Raúl Vera Barros

EOL (Rosario)

Solemos encontrar en nuestra práctica actual el desamor en los lazos sociales y en las relaciones de pareja. Pretender evitar o insensibilizarse respecto a los escollos de las relaciones amorosas y la sexualidad no conduce a ningún «cielo», como no sea el ascenso al cénit del «socielo» del objeto a, cuyas consecuencias extrae J.- A. Miller. Nos orienta en relación a un querer decir (querer gozar) más allá de las articulaciones del significante, más allá del otro y, por así decir, antes del Otro.

Hay unión entre hombre y mujer cuando el goce pasa por el cuerpo del otro, como metáfora del goce perdido. En el Seminario 11 Lacan habla ya de aparatos de goce, en el cuerpo algo pone a las pulsiones «en aleteo, en acorde, en resonancia»(1) con las pulsaciones del inconsciente. Pasamos del silencio pulsional a cuerpos que hablan de otras maneras; por ejemplo, en el síntoma. La articulación significante deja paso al signo y a la pregunta respecto a aquello que sirva como signo de amor.

El falo en tanto positividad absoluta no deja de constituir un goce separado del cuerpo, como goce de órgano. Lacan avanza en otra dirección, explora la relación de lo femenino con el Significante del Otro barrado, con precisiones que nos permiten elaborar nuestra clínica hoy, interrogando por ejemplo la relación profunda de la mujer con el Otro más allá de la articulación de los significantes y el goce particular que pueda hacer nacer al Otro como tal. Un campo donde la lógica es del no-todo y lo real es sin ley.

El VI ENAPOL propone renovadas cuestiones para trabajar los fenómenos de la época («fenómenos» en tanto «lo que aparece») con la última enseñanza de Lacan: de la toxicomanía como fascinación por el goce femenino a la violencia que erosiona los lazos sociales con una iteración de marcas y golpes en el cuerpo que no son eficaces (E. Laurent, «Hablar con el propio síntoma, hablar con el cuerpo»), o a la multiplicación y estratificación de lo normativo a nivel público (normas opuestas, debates legislativos pospuestos, reglamentaciones de leyes que son diferidas, jurisprudencias yuxtapuestas y contradictorias, etc.) con cierto empuje a la judicialización. Fenómenos que acentúan las crisis respecto de las regulaciones de los cuerpos singulares.

Podremos trabajar fenómenos como esos con la legibilidad que introduce la interpretación cuando es concebida al modo del Witz tendencioso: el Witz que incluye la tendencia, las resonancias en el cuerpo del decir, con un efecto multiplicador de la pulsión: uniendo al placer del cifraje inconsciente las resonancias de un decir en el cuerpo.

¿No hay allí un efecto de legitimación posible, que introduce la interpretación a contramano, justamente, de la inflación normativa, de esa legalidad profusa de normas, pautas, reglamentos y nomencladores que se yuxtaponen y contraponen sin que parezcan alcanzar un límite?


  1. J.-A. Miller, La fuga del sentido, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 257.