Mirta Zbrun

EBP (RJ)

Comento brevemente cuestiones respecto al lugar de la eficacia del discurso del psicoanálisis en la época en que la «tecnociencia» parece querer cifrar los cuerpos con un lenguaje biológico. Cuerpos a veces marcados por enfermedades genéticamente transmitidas, heredadas por genes modificados –como es el caso de la «adrenoleucodistrofia». Enfermedad relativa al cromosoma X conocido por la sigla ALD + X.

¿El psicoanálisis tiene algo que decir sobre ese cuerpo? ¿Cómo habla él?

Consideramos con Lacan que el sexo es apenas una modalidad particular de aquello que permite la reproducción del cuerpo vivo, por lo tanto la función del sexo no se confunde con la reproducción de la vida. Como él señala: «…las cosas están lejos de ser tales que exista la secuencia de la gónada por un lado, lo que Weismann llamaba germen, y por otro lado el soma, la ramificación del cuerpo». [1]

De este modo, para Lacan no hay de un lado el sexo, ligado a la vida por estar dentro del cuerpo, y del otro, el cuerpo, como aquello que se tiene que defender de la muerte. Se sabe por la biología molecular que la reproducción de la vida emerge de un «programa», de un «codón» (una secuencia de tres bases nitrogenadas de RNA) de ahí que el diálogo entre la vida y la muerte se produzca a nivel de lo que es reproducido. Lo que lleva a decir que el diálogo «sólo adquiere carácter de drama a partir del momento en que, en el equilibrio vida-muerte, el goce interviene». Lo esencial es la emergencia de aquello de lo cual todos creen formar parte como seres hablantes –que es «esa relación perturbada con su propio cuerpo que se denomina goce«. [2]

Por lo tanto, cuando los cromosomas transportan una información genéticamente modificada transmitida por el sexo, como en el caso de la ALD + X, podemos pensar en las consecuencias para la sexualidad, para la satisfacción pulsional y para las modalidades de goce del sujeto que la padece. Lo hereditario involucra siempre las relaciones elementales de parentesco (L. Strauss) y los llamados «complejos familiares» (J. Lacan) tan bien descriptos por éste en su célebre texto «Los complejos familiares…». El psicoanálisis está ahí para descifrar esos «verdaderos mitos familiares» que cifran el cuerpo, sean ellos sujetos «portadores», o «afectados» por la enfermedad.

Así el discurso del psicoanálisis puede diferenciarse del discurso de la «tecnociencia» al separarse de un lenguaje puramente biológico en relación a los cuerpos y propone una lectura de las marcas genéticas al «modo de los geómetras», (more geométrico) como propone Lacan evocando a Leibniz. Una lectura de lo real de las marcas en los cuerpos, que se muestran de manera tan diferenciada. Consideramos que es en esos cuerpos marcados por lo genéticamente heredado que lo real «aparece» como tal, es decir como imposible.

Si por un lado la tecnociencia con su lenguaje biológico pretende cifrar los cuerpos, por otro, el discurso del psicoanálisis, «el discurso de la palabra y del lenguaje» [3], hace de cada sujeto un «ser hablante» (parlêtre) y finalmente, «una sustancia gozante» [4]. En ese nuevo sujeto lacaniano el lenguaje más que nunca funcionará como «suplente» del goce sexual. Ante lo imposible de ser interpretado de una enfermedad genética como la ADL + X, el lenguaje será el instrumento mayor para tratar la relación siempre perturbada del «ser hablante» con sus modos de gozar.

Finalmente, el desafío del psicoanálisis, en portadores o afectados por un mal genéticamente heredado, será tratar lo singular de ese ser de lenguaje. De esa forma, creo que hay algo para decir de lo real en el siglo XXI, en el que el lenguaje genético anticipa casi todo sobre los padecimientos del cuerpo. El VI ENAPOL nos permitirá decir más sobre este futuro instigador.


Traducción: Cecilia Parrillo

  1. Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Bs. As., 2012, p. 41.
  2. Ibíd.
  3. Lacan, J., «Discurso de Roma», Otros Escritos, Paidós, Bs. As., 2012.
  4. Lacan, J., O Seminário, Livro 20, mais ainda, Zahar, Rio de Janeiro, 1985.