Jorge Assef

EOL (Córdoba)

En las últimas décadas ha nacido un nuevo paradigma científico, éste se basa en que las posibilidades de los seres humanos aún no se han desarrollado en toda su capacidad, y entonces la biotecnología y la nanorobótica podrían colaborar para que eso suceda. Al respecto el profesor de Oxford, Nick Brostom, sostiene que «La condición humana no es, como se suele creer, constante, y la aplicación científica de las nuevas tecnologías llevará a la superación de sus limitaciones biológicas» [1].

El nuevo paradigma llamado Transhumanismo promueve la combinación del organismo con algunas herramientas tecnológicas incorporadas, fusionar hombre y máquina, una de sus principales defensoras, Katherine Hayles sostiene que al fin y al cabo: «…no hay diferencias esenciales o demarcaciones absolutas entre existencia corporal y simulación por computadora, entre mecanismo cibernético y mecanismo biológico, entre tecnología robótica y objetivos humanos» [2].

Así, en 1997 se fundó la World Transhumanist Association, un movimiento político y filosófico que reúne estas nuevas teorizaciones y busca promover las condiciones para poder avanzar en la realización de intervenciones sobre el organismo antes impensadas y que hoy se están investigando; Santiago Koval enumera algunas en su libro La condición poshumana: «El bienestar emocional a partir del control de los centros del placer, el uso de píldoras de la personalidad, la nanotecnología molecular, la ampliación de la expectativa de vida, la interconexión reticular del mundo, la reanimación de pacientes en suspensión criogénica, la migración del cuerpo a un sustrato digital, etc.» [3].

El Transhumanismo nos pone en las puertas de una era posbiológica que hasta el momento solo imaginábamos en las películas de Hollywood. ¿Cuál será el cuerpo del siglo XXI? Aún no lo sabemos, estamos en los umbrales del principio, pero al parecer la ciencia promete que de su mano llegarán todas las soluciones, por su parte el mercado con su infinita capacidad de penetración será el encargado de difundirlas.

La velocidad de este proceso sobrepasa nuestra imaginación, y muchas veces nuestros reflejos. Pero lo cierto es que ya hoy en día el cuerpo es la presa fácil, la moneda de cambio, y muchas veces la única materia de la que dispone el sujeto para anclar su subjetividad, actualmente es sometido a un bombardeo de propuestas y exigencias descomunal, a una atención social permanente, y un empuje constante bajo la falsa promesa de vitalidad eterna, longevidad, salud blindada, belleza perfecta, a lo que vamos a tener que sumarle la presión del cuerpo al 100% de sus capacidades.

No sabemos cómo será el cuerpo del siglo XXI, tal vez el Transhumanismo avance, y veamos nacer un mundo de «Terminators«, sin dudas junto con él avanzará el eugenismo más feroz. No obstante, es una gran posibilidad contar con el próximo ENAPOL para pensarlo, ese será el momento de cristalizar el permanente desafío del psicoanálisis: poner su clínica a la altura de la época.


  1. Bostrom, N., «Transhumanist Values«, 2004, p.7. www.nickbostrom.com.
  2. Hayles, K., How we become posthuman: Virtual Bodies in Cyberspace, Literature, and Informatics. Chicago, University of Chicago Press, 1999, p.13.
  3. Koval, S., La condición poshumana, Cinema, Buenos Aires, 2013, p.84.