Liliana Cazenave

EOL (Bs. As.)

Las palabras y los cuerpos se separan en la disposición actual del Otro de la civilización [1]. En este sentido el autismo puede pensarse como modelo de esta civilización. En efecto, el sujeto autista en su rechazo de la enunciación impide que el goce se embarque en la palabra, impide que la lengua se corporice y dé lugar a un cuerpo de sujeto.

Eric Laurent [2] propone un caso particular de acontecimiento del cuerpo para el autismo: el encuentro de las palabras con el cuerpo deja en el autismo una huella que no puede ser borrada. El Uno de goce no se borra, se repite solo, sin constituir un significante al que reenvíe. Esta falla en la inscripción de la lengua deja al sujeto sumergido en lo real y amenazado constantemente por el ruido de lalengua que equivoca sin parar. El objeto se impone sin forma sobre el cuerpo del niño autista ya que el agujero en la dimensión de lo real, está forcluído.

Las soluciones sintomáticas de los autistas para estabilizar la relación con el imposible acontecimiento del cuerpo intentan por un lado un tratamiento de las palabras separadas del cuerpo y por otro lado un tratamiento del cuerpo separado de las palabras. En efecto, para silenciar los equívocos de la lengua los autistas efectúan un cálculo de la lengua que toma diversas formas: construyen sistemas de letras, cifras, pensamientos, con los que logran una objetivación del lenguaje. Esta realización de un simbólico sin equívocos les permite mantenerlo separado del cuerpo. En este punto, el sujeto autista parece intentar realizar el ideal de la ciencia actual de poder hablar sin el cuerpo.

Pero, más allá de todo cálculo, el real de la lengua se impone en el cuerpo, el goce retorna sobre un borde. El sujeto autista inventa, con el uso de los objetos autistas, una burbuja de protección cerrada para contener su cuerpo e intentar localizar el goce. En un funcionamiento muy contemporáneo, sustrae su cuerpo de las palabras y del lazo aislándose con su objeto.

El cientificismo actual propone entre otros tratamientos estandarizados para los autistas, la interfaz cuerpo-ordenador. Los proyectos que proponen robots como partenaires de los niños autistas llevan ya más de treinta años. Se programan robots para enseñar lenguaje, jugar y como modelos de comportamiento. En el Centro Kennedy de la Universidad de Vanderbilt crearon un robot que reconoce las emociones a partir de sensores conectados al cuerpo del niño. Para la ciencia el cuerpo puede hablar sin pasar por las palabras. La aspiración es programar un sistema que permita responder automáticamente a las reacciones del niño.

El robot programado, despojado de contingencias y equívocos, se puede acoplar bien a la defensa del autista que evita a toda costa la amenaza que operan la mirada y la voz del Otro. Los niños autistas pueden encontrar en la interacción con el robot la seguridad de poder ejercer el control y dominio sin poner en juego el cuerpo. Pero esta solución robótica reduplica la defensa en lugar de conmoverla y sabemos que esto no alcanza para tratar el real que agita sus cuerpos. La propuesta de un doble robótico como partenaire sólo puede despojar al niño de la dimensión subjetiva.

El analista lacaniano se propone en la transferencia como partenaire del autista, no para eliminar el equívoco de la lengua, sino para conmover la defensa y acompañarlo en la invención de su lengua privada, paso necesario para articular la lengua al cuerpo. Y la transferencia no es interacción de conductas cuantificables, sino lazo del sujeto al Otro.


  1. Laurent, Eric, Argumento del Enapol VI: Hablar con el propio síntoma, hablar con el propio cuerpowww.enapol.com
  2. Laurent, Eric, Lo que nos enseñan los autistas. Revista Lacaniana, Nª13-Año VIII- Nov. 2012.