Blanca Musachi (EBP)

Según Freud, el complejo de Edipo se amplía y pasa a ser complejo de familia cuando llegan otros hijos. Es preciso entender el alcance estructural de esa ampliación.

La obra freudiana está llena de referencias sobre la importancia de la figura del hermano, como podemos leer en los casos del pequeño Hans, de la joven homosexual, de Dora, del Hombre de los lobos, así como en Pegan a un niño, por mencionar solo algunos textos. Freud nos enseña que la llegada al mundo de un hermano o hermana afectan nada menos que el campo del saber, del deseo y del objeto. El «intruso» indeseable es quien suscita el despertar al enigma sexual y, en consecuencia, la pulsión de saber. Y es el sexo del otro fraterno lo que irá a desencadenar la investigación sexual infantil y la experiencia de seducción. Finalmente, y no menos importante, el objeto en torno al cual rivalizan los hermanos es un imposible de compartir, pues es el mismo Otro (parental). Como señala Assoun, en la trama de intercambios fantasmáticos, el hermano/hermana ya no es apenas una «cosa» –especie de «neutro» peligroso- sino el referente de una lógica del deseo. Entonces, ¿es posible hablar de «funciones fraternas» así como de «funciones del padre»? Aún, ¿en qué medida la posición de un hijo dentro de la serie de los hijos es un factor relevante para la vida ulterior, como asevera Freud? ¿La contingencia de la llegada de un hermano es decisiva en el destino de un sujeto para contarse en el Otro?

NOTAS

  1. Referencia a «Tengo tres hermanos, Pablo, Ernesto y yo«, frase que Lacan encontró en la obra de Piaget y citado por Miller en Los signos del goce, Cap. II, p. 31.

BIBLIOGRAFÍA

  • Freud, S. Lecciones introductorias al psicoanálisis. Lección XXI (1915-1917), Obras completas, Vol. II, Madrid: Biblioteca Nueva. 1997.
  • Miller, J.-A. Los signos del goce, cap. II, Buenos Aires: Paidós. 1998.
  • Assoun, P.-L. Hermanos y Hermanas, Buenos Aires: Nueva Visión. 2000.