Por Raquel Cors Ulloa (NEL)

En familia me enseñaron, que lo que se enreda, se desenreda.

Leyendo el subtítulo del VIII ENAPOL Sus enredos en la práctica -desenlazo- Asuntos de familia, pues gracias a una hebra lacaniana es posible transformar lo que creemos que decimos. Creemos en las escorias heredadas del discurso del Otro, creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que han querido los otros, nuestra familia, que nos habla y de la que hablamos durante el embrollo analítico. Hablamos con intención, buena o mala, creemos en el yo, en el sujeto del significante, en el inconsciente transferencial, en un supuesto destino… Pero, J.-A. Miller invita a no conformarse con ser hablado, sino a reconocer la consistencia de la identidad sinthomal, singular; no sin atravesar la dichomansión y desenredar la contingencia que hicimos necesidad -fijeza de cada uno en la versión del malentendido entre los sexos. A partir de ahí, los asuntos de familia a la luz de los cambios de la época llaman a volver a pensar las familias no orientadas por el Nombre del Padre. Por supuesto que se trata de una lógica que vuelve atrás, antes del Otro, al sinthome del Uno, ese que se extrae, se desenreda, se desabona del Otro -que no hay, pero de alguna manera funciona.