Celeste Viñal (EOL)

Lacan -en este parágrafo- pone en cuestión el sentimiento humano de formar parte, de formar parte de un mundo, de un mundo como formación central alrededor del cual giran elementos que lo constituyen. Podremos preguntarnos con él, qué será entonces sentirse parte de un mundo, que además es la familia y con él respondernos con otra pregunta: ¿qué otra cosa puede ser sino una ficción?

Ese sentimiento se logra a fuerza de hacer consistir a un Otro al que se le ofrenda ser hablado por él. El «ser» mismo se trata de un efecto del significado, distante de la existencia. Por lo tanto podrá ser el sol, la Tierra o la familia ese centro en tanto el sentido se resiste a cualquier otra cosa que no sea girar alrededor de eso que considera dominante. La familia opera como la centralidad determinante en la idea de destino del neurótico. Le otorga un ser de pertenencia pero lo condena a hablar de ella, una y otra vez, girando alrededor de ese mundo. Con posibles revoluciones pero siempre copernicanas, sustituciones sin verdaderos cambios.

El análisis es lo que permite variar la rutina del sentido. Permite salir de los efectos del girar. Se puede dar vueltas toda la vida alrededor de lo familiar, la clínica nos muestra la dificultad para descentrar el relato del paciente de sus cuestiones familiares, tanto como de hacer girar sus elecciones en torno a ella. El centro se torna agujero negro que atrae toda formación circundante y es necesario que trabemos esa imantación con la herramienta del discurso analítico, que le opone el «caer» [2] al girar. Lacan propone ir de Copérnico a Kepler donde en la caída se demuestra que en el centro simétrico no hay nada.

Oscar Massota en el prólogo a «La Familia» nos da una pista imprescindible en uno de sus párrafos para comprender la importancia clínica de atender con cabal interés a los «asuntos de familia», dice: «Imposible resumir, por lo demás, la capacidad de convicción de un texto que, por un recorrido riguroso a través de imagos y complejos, abre sobre la idea psicoanalítica de base: la inherencia del sujeto a la familia -más acá del relativismo de las culturas-, que constituye siempre su acceso a la profundidad de lo real». [3]

La inherencia del sujeto a la familia hay que entenderla como guía que nos conducirá a través de los giros rutinarios de las narraciones repetidas, a la posibilidad de captar el real en juego de eso. Se podrán tomar una gran variedad de caminos diversos, pero para continuar siguiendo a Lacan en este capítulo, podremos decir que es en el seno de la familia (o en su rechazo, que es lo mismo) donde surgen, por ejemplo, los antecedentes del amor para el sujeto. La relación al amor «lo que suple la relación sexual» [4] será uno de los accesos privilegiados en el dispositivo analítico para verificar sus ausencias o excesos, sus dificultades, embrollos, detenimientos, distancias o angustias respecto de un operador que ofrece evidencias de cómo se vincula con el goce. Y de allí se podrá acceder a lo que del Uno se nos demuestra como «cosas que no tienen entre sí ninguna relación» [5] pero que la ficción de los efectos de sentido del lenguaje nos permite hacer conjunto, hacer familia.

El recorrido de un análisis tratará de ese cambio de eje con el que se llega al análisis. «Seguir el hilo del discurso analítico tiende nada menos que a quebrar, encorvar, marcar con una curvatura propia, una curvatura de la que ni siquiera puede sostenerse que sea la de las líneas de fuerza, lo que produce como tal la falla, la discontinuidad. Nuestro recurso es, en lalengua, lo que la quiebra». [6] Lo que quiebra la circularidad de la cual el sujeto es rehén si hunde su vida en una pertenencia que lo somete al clan del sentido, al pequeño sistema familiar que desconoce ese otro espacio cuyo estatuto debe ser establecido en las vueltas dichas del análisis que tanto distan de una circularidad repetitiva. Encontrar la curva singular a partir de experimentar las discontinuidades que lo más íntimo nos reserva, si consentimos en aventurarnos a ese espacio ex-interior.

NOTAS

  1. Lacan, J. (1972-73). El Seminario, libro 20, Aún. Buenos Aires: Paidós. 1998, p. 55.
  2. Ibíd.
  3. Masotta, O. La Familia de J. Lacan, Buenos Aires: Argonauta.
  4. Lacan, J. (1972-73). El Seminario, libro 20, Aún. Buenos Aires: Paidós. 1998, p. 55.
  5. Ibíd.
  6. Ibíd.