Por Alejandra Breglia (EOL)

Freud, desde muy temprano, en 1909, con «La novela familiar de los neuróticos» construye su noción de familia, dándole a esta un carácter mítico.

Justamente, llamó novela familiar de los neuróticos a cierto momento en el desarrollo del niño donde se produce el alejamiento de sus padres, el desasimiento de su autoridad.

Fantasías, sueños diurnos, juegos infantiles: le sirven al niño para el cumplimiento de deseo de enajenación respecto de ellos y es así como la actividad fantaseadora domina las relaciones familiares.

Lo que nos dice Freud es que a este estadio se le suma el agregado sexual que se produce cuando el niño toma nota de las condiciones sexuales diversas de padre y madre y entonces las fantasías van tomando otro tinte. A padre incierto le corresponde la elevación de su figura; y a lo certísimo de la madre se le pueden asociar fantasías de infidelidad o enredos amorosos de esta. Todo ello va a conformar la novela familiar polifacética y de múltiples variantes.

Ahora bien, Freud agrega otra pista: el niño en tales fantasías no elimina a los padres sino que en tal caso, confirma que toda fantasía es expresión del sufrimiento por la pérdida de la feliz edad cuando padre y madre le parecían los seres más grandiosos.

Novela familiar, en definitiva ficción simbólica, constituyentes para el sujeto, necesarias para que pueda articular su lugar en cierta trama, entre lo cierto materno y lo incierto paterno, entre Deseo de la Madre y Nombre del Padre, podemos decir con J. Lacan.

En ese sentido la novela familiar de los neuróticos es una interpretación subjetiva del lugar del sujeto en su estructura familiar. Es a partir del desajuste, es con la desproporción, del «no hay relación sexual», que el sujeto construye su novela.

Y entonces, según cómo el sujeto ha interpretado ese desarreglo estructural entre el padre y la madre y cómo escribe su propia parte en esa trama, resultará su posición subjetiva en relación a su familia, que posee «el carácter irreductible de la transmisión, no la transmisión de un saber, ni la transmisión de las necesidades, sino una transmisión constituyente para el sujeto». [1]

NOTAS

  1. Miller, J.-A. , El revés de la familia, Intervención de J.-A. Miller en las XXXIV Jornadas de la ECF en Noviembre de 2005, Revista Consecuencias. Extraído de http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/008/template.php?file=arts/Alcances/El-reves-de-la-familia.html