Gabriela Basz (EOL)
En el contexto de «Los sueños de la muerte de personas queridas», Freud nos entrega este párrafo referido a la «lucha inmemorial entre padre e hijo». Se interroga por la respuesta frente a la muerte del padre en una relación que caracteriza de dominación y hostilidad. Nos centraremos en su alusión al dramaturgo Ibsen. En Espectros encontramos el drama en cuestión. El hijo es Osvald; su padre surge en el texto como un hombre venerado por su comunidad. La verdad es otra. Ha llevado una vida disipada y muere como consecuencia del alcohol y por una «enfermedad vergonzosa». El hombre seducía a las criadas y llegó a embarazar a una de ellas. La madre de Osvald ha intentado que su hijo admire y respete a su padre, pero ni bien puede lo envía al extranjero para alejarlo de su influencia. El hijo comienza una carrera como pintor, pero al poco tiempo regresa a su tierra para homenajear al padre. Se enamora de una sirvienta (que es su hermana) y siente la misma debilidad por el alcohol que su progenitor. También padece la sífilis, que termina matándolo. El padre revive en el hijo. ¡Espectros, siempre espectros!
El párrafo de Freud parece más ligado al lazo al padre que a la vertiente edípica del amor a la madre. En el texto de Ibsen también se trata de ese lazo en la forma de la repetición más siniestra.
Buscando resonancias con los «Asuntos de familia» en la actualidad, me pregunto si la herencia freudiana, con su impronta siniestra, no tiene en la época más influencia que el complejo de Edipo.