Mario Elkin Ramírez (NEL)
Desde Los complejos familiares en la formación del individuo Lacan anunció la declinación de la imago paterna. Señalamiento que permite interpretar fenómenos sociales como el descrédito del amo antiguo, encarnado en la caída del líder religioso, el político, el maestro y, obviamente, el padre de familia. Se explica este fenómeno por el empoderamiento de las mujeres a través del feminismo y la consecuente decadencia del patriarcado.
Puede verificarse además el cambio en la configuración familiar y con ello el deshacimiento de la autoridad de los padres, ya no únicamente ante sus hijos adolescentes, sino cada vez más jóvenes. Así, los padres han tenido que reinventar su papel. Por ejemplo, mediante la hiperpaternidad. Son aquellos que sobreprotegen a sus hijos, les organizan hasta el último detalle de sus vidas y no les permiten valerse por sí mismos. Se holofrasean con ellos en un plural: «mañana tenemos examen de matemáticas» y hacen girar sus propias vidas en función de ellos.
Adela Fryd había hablado de los niños amos, pues bien, la pareja síntoma de ellos serían los hiperpadres; mayordomos de sus hijos, los eximen de responsabilidades. Pero en ese acompañamiento tan decidido terminan volviendo el hijo un inútil para la vida, «un eterno niño de pecho», como decía Freud del pintor Cristóbal Haitzmann. Es una actitud que fomenta la alienación y ve como una tragedia la separación, el destete del hijo. Estos niños colmados de tecnología y de comodidades terminan, por deber, jugando el papel de los niños perfectos de la familia perfecta, pero al costo de la muerte de su propio deseo.