3 de mayo de 2017

Viviana Mozzi: Buenas noches. Haré una muy breve presentación porque tenemos una mesa de trabajo bien amplia.

Si bien estamos en la III noche preparatoria hacia el VIII ENAPOL, es la primera de una serie de cuatro noches que organizamos en relación con las Conversaciones. Saben que las Conversaciones es un dispositivo muy importante de los Encuentros ya que, no sólo implica el trabajo de un grupo de colegas en relación con temas afines al que nos convoca el próximo ENAPOL, sino que también implica el intercambio con las otras Escuelas de América, ya que cada una tiene un responsables de la EOL, uno de la EBP y uno de la NEL. Cada uno de ellos, pondrán al debate sus trabajos finales, en ocasión del ENAPOL mismo.

Los textos finales de cada uno, estarán disponibles en la web, con la anticipación necesaria para que, al momento del Encuentro, la mayor parte del tiempo se pueda destinar al debate.

En estas noches, cada responsable eligió, o decidió con sus grupos de trabajo, un representante para que presente un estado de trabajo. Y nosotros, convocamos dos comentadores de la Escuela. Los que cumplen hoy esa función son Diana Wolodarsky y Pablo Russo.

Les hemos pedido que los trabajos sean breves, del mismo modo que las puntuaciones, para que tengamos tiempo de conversación.

De las dieciséis Conversaciones previstas para el próximo Encuentro Americano, hoy se presentarán cuatro, agrupadas bajo el título «La tecnología en el bolsillo». La presentación, en principio, va a estar a cargo de un video en el que ya veremos algunas pinceladas sobre lo que vamos a escuchar.

Viviana Mozzi: Para la presentación, vamos a seguir el orden en el que aparecen en el video. Así que, primero, le doy la palabra a Eugenia Serrano, de la Conversación que tiene como responsable a Irene Kuperwajs y que lleva como título: «Efectos de la ciencia y de las técnicas de reproducción en la familia».

Eugenia Serrano: Buenas noches. «La torre de Babel». «Efectos de la ciencia y de las técnicas de reproducción en las familias» es el sintagma a partir del cual el ENAPOL nos ha puesto a conversar hasta hoy en la intimidad de un grupo conformado por Mónica Wons, Claudia Lázaro, Mirta Berkoff, Mónica Gurevicz, Gabriel Racki, Alberto Justo, Ester Alfie, Marita Manzotti, Graciela Horowitz, Alejandra Crivelli, Viviana Noya, Natacha Zarzoso, Lorena Parra, Silvia Mizrahi y Alejandra Koreck, bajo la coordinación de Irene Kuperwajs.

Desde nuestros primeros intercambios –incluso en los virtuales– algo se intuye, se percibe en el aire, se huele. Esos efectos sobre los que fuimos invitados a conversar rebasan el ámbito de las familias y como una plaga afectan al discurso jurídico, a los medios de comunicación, al arte e incluso a la ciencia misma en una «vuelta contra sí mismo» de aquello que con la ayuda de la técnica ha producido. Proliferan así las leyes, las notas periodísticas, las películas, los papers, en una insólita e inacabable Torre de Babel.

Y en el centro de la torre –o en su superficie o por todos lados– tres cuestiones, la pregunta por la vida, el resquebrajamiento del velo que recubre la separación de la reproducción de la sexualidad descubierta tempranamente por Freud y la emergencia de nuevos síntomas.

Para François Ansermet estas prácticas nos confrontan con preguntas nuevas, problemáticas y vertiginosas; pero, al mismo tiempo, señala:

[…] son también las más clásicas que rodean al nacimiento. ¿Qué es el origen?, ¿qué es la filiación?, ¿qué es la transmisión?, ¿qué es la vida?, ¿qué es la muerte que puede anudarse a la vida desde el nacimiento?[1]

En una entrevista y frente al pedido de precisiones de las condiciones de gestación de uno de sus hijos –en donde habían intervenido técnicas de fertilización asistida– un matrimonio primero se sorprende y luego enmudece, llevándoles cierto tiempo salir de la perplejidad. No suelen hablar del tema, ocultan algunos detalles y evitan otros.

La pregunta por la vida se desarrolla de manera ejemplar en la clase del 11 de junio de 1974 del «Seminario 21».[2] La vida no es, dirá Lacan lo que la biología ha creído, es decir un conjunto de fuerzas que se resiste de manera organizada a la muerte. Lacan intuye que la vida se encuentra articulada a un goce, presente en el erizo, en el caracol, en la bacteria, que se «varía» –en el sentido de que se diversifica–, pero que se «avería»[3] –es decir que se malogra– en el caso del hombre por el choque de lalangue sobre el cuerpo.

La experiencia analítica demuestra:

[…] que de lalangue, tal como la escribo, procede lo que no vacilaré en llamar la animación […] se trata de le animación en el sentido de un revolver, de un cosquilleo, de un rascado, de un furor; para decirlo todo la animación del goce del cuerpo [en tanto lo propiamente humano].[4]

Una vez que la pareja mencionada comienza a hablar, situará –no sin dificultad– el temor de que la intervención técnica realizada afecte las relaciones entre los miembros de la familia, como si los lazos de parentesco encontraran su único fundamento en la biología.

Miquel Bassols en su conferencia «Los hijos de la tecnociencia y sus síntomas» dictada en San Pablo en septiembre del 2015 –y que tenemos como referencia para nuestro trabajo de investigación– destacará la emergencia de nuevos síntomas en los lazos de parentesco. Anserment por su parte describirá a las nuevas manifestaciones sintomáticas en términos de «vértigo» o «perplejidad». Lo dice así:

El hecho de que haya habido una intervención técnica, una intervención sobre la realidad, devela finalmente algunas cosas traumáticas, impensables: un real no subjetivable. De allí un vértigo que es vértigo de lo real.

Me interesan especialmente estas dos cuestiones, por un lado la localización que propone Bassols –dice en los lazos de parentesco– y por otro, el asunto de la perplejidad. En la familia referida, será el «complejo de intrusión»[5] –descripto por Lacan con un valor estructural en la familia y «organizador» del desarrollo psíquico– el que se trastoca de manera radical. La ficción construida en torno a la intervención técnica como respuesta a lo irrepresentable del origen llena de sentido todo e impide el deslizamiento.

La orientación propuesta por Anserment es aquí esclarecedora y pone en el centro de la escena la noción de respuesta, devolviéndonos al terreno de lo singular. Se tratara, nos advierte, en cada caso, de no hacer de las condiciones de procreación destino. Lo dice así:

Creo que lo importante para el devenir de los niños producto de procreaciones médicamente asistidas, así como los niños devenidos de todas las situaciones, de la adopción, de padres alcohólicos, y no sé qué otras cosas, es de no reconducir a los niños a sus condiciones de procreación. El riesgo con este tipo de procreaciones médicamente asistidas, o de todo hecho perinatal, es que el niño sea muy reconducido a este elemento. No se debe reconducir mucho al niño a sus condiciones de procreación.

Entonces, si para Lacan es la relación a la lengua el núcleo de lo traumático en tanto que ella se padece, pica, arde, se rasca, la noción lacaniana de parlêtre nombra ese encuentro y sus efectos, es decir las respuestas que cada sujeto llega a articular. Es de ese origen –siempre contingente, siempre traumático– del que se ocupa el psicoanálisis y la experiencia analítica consiste en circunscribir ese real finalmente –resalto ese finalmente– más allá de cómo cada quien haya llegado al mundo.

Viviana Mozzi: Gracias Eugenia. Le doy la palabra ahora a Greta Stecher, de la Conversación que se llama «Nuevas configuraciones familiares: del padre a las parentalidades». La responsable es Débora Nitzcaner.

Greta Stecher: Les quería contar que desde que Débora nos convocó para este trabajo nos hemos reunido con un trabajo de entrevistas, los analistas salimos a la ciudad, con preguntas con relación a las familias, y la idea es ir de las entrevistas a los conceptos. Para eso, cada uno de los que estamos trabajando, ha tomado un texto y ha ido a investigar qué hay del padre a las parentalidades. La idea no es desde lo teórico hacia la ciudad sino desde lo que la gente tiene para decir. Un poco para entender ese movimiento que se produce en la caída del Nombre del Padre como ideal y la familia tradicional, para saber qué dice la gente hoy sobre eso.

Tomamos como apoyatura un texto de Miquel Bassols con una noticia que toma de El seminario 4, y la pusimos a conversar con una noticia actual que salió en el New York Times.

Las personas que estamos trabajando con Débora Nitzcaner somos: Cynthia Barreiro Aguirre, Lorena Buchner, Raquel Garcés, María Alejandra Guerra, Patricia Kerszenblat, Débora Liberman, Graciela Rodríguez de Milano, Marcelo Mizrahi, Gabriela Rodríguez, María Lujan Ros, Graciela Schnitzer, Esteban Stringa, Leticia Varga, Tomás Verger y Roxana Vogler.

Dos noticias.

En junio de 1957, en el seminario La relación de objeto, Lacan relataba una noticia:

[…] de lo más profundo de América. Tras la muerte de su marido, una mujer, comprometida con él por el pacto de un amor eterno, se hace hacer un hijo suyo cada diez meses.

Esto puede parecerles sorprendente. No crean que se trata de un fenómeno partenogenético. Se trata, por el contrario, de inseminación artificial. Durante la última enfermedad que llevó a su marido a la muerte, esta mujer, tras hacer voto de fidelidad eterna, hizo almacenar una cantidad suficiente del líquido que habría de permitirle perpetuar a voluntad la raza del difunto, en los plazos más breves y a intervalos repetidos.[6]

En abril de 2017 el New York Times publica un artículo titulado:

Las leyes en México ahora limitan la maternidad subrogada». «En México, un hombre estadounidense de 59 años se convirtió en padre después de años de anhelos. Al día siguiente llegaron autoridades al hospital y tomaron en custodia al bebé. Había pagado a una agencia 55 mil dólares para la maternidad subrogada. Después que la madre subrogada había dado a luz a su hijo, las autoridades adujeron que el señor de Nueva York había violado una nueva ley que prohíbe que las madres de alquiler en el Estado de Tabasco tengan hijos para extranjeros. El señor, después de varios intentos frustrados con diversos abogados, tomó el caso el Information Group on Reprodutive Choice o GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida), un organismo sin fines de lucro que aboga por los derechos reproductivos. El hombre que no había vuelto a ver a su hijo durante casi seis semanas, fue regresado a él, y juntos a fin de Enero abandonaron México después de haber pagado la suma de 90 mil dólares por tal servicio.[7]

En la primera noticia, de hace 60 años, una mujer se convierte en madre ante la ausencia de un hombre que encarne la función de padre. En la segunda, actual, un hombre decide ser padre a partir del vientre de una mujer en condición de madre subrogada. En uno y otro podemos preguntar ¿Qué hay del padre? ¿Qué hay de la madre?

Fue entonces, en 1957, que Lacan decía:

[…]dentro de cien años les haremos a las mujeres niños que serán hijos directos de los hombres geniales vivos en la actualidad y luego conservados en botecitos [tal que frasquitos; tubos de muestra] como oro en paño.[8]

Fue su manera de ilustrar lo que dio en llamar la equis de la paternidad, y asimismo es por donde encuentra que la noción real del padre no se confunde con la de su fecundidad.

«¿Cómo [esa mujer] hará hablar al ancestro escarnecido?»[9], [10]Es la pregunta que se formuló a partir de esa noticia. He aquí al padre metido en una caja, encarnado en un tubo de ensayo, conservado en un frasquito; que lejos de evaporarse la dimensión de artificio del padre se pone en el tapete y la necesidad de hacerlo hablar será lo que restituye las vías de una transmisión portadora de vida. ¿Cómo se hace hablar a un padre muerto? ¿A condición de servirse de él? Es aquí que introduce también la idea de que la función paterna es para el sujeto «del orden de la experiencia metafórica».

En «Dos notas sobre el niño» Lacan se detiene sobre el lugar del padre y la madre para decir que:

[…] la función de residuo que sostiene y a la vez mantiene la familia conyugal en la evolución de la sociedad, resalta lo irreductible de una transmisión […] que implica la relación a un deseo que no sea anónimo.[11]

Es decir, el niño se constituye como sujeto en relación con un deseo que no tiene que ser anónimo.

Fue bajo el impasse de lo que el padre no puede nombrar, al objeto a, a lo real de un goce, que el concepto de padre va virando hacia el estatuto de síntoma:

[…] El Nombre del Padre es un síntoma […]. Es mucho más banal que otros […]. Sirve para todo es un felpudo, no tiene refinamiento, (no tiene) el estilo exquisito de algunos otros síntomas […]. Sólo que como instrumento es más eficaz.[12]

Es la forma en que Jacques-Alain Miller define al nombre del padre como síntoma, como instrumento.

La «parentalidad» se presenta como un neologismo que cuestiona la autoridad del padre en la era edípica. La «parentela» posedípica se establece por la igualdad y equivalencia, una era que tiende a borrar la diferencia entre hombre-mujer e iguala al padre y a la madre bajo una misma autoridad. Es una transformación que reconfigura el viejo orden por la diversidad de goces y qué se muestra bajo una paradoja: a nivel de los goces se borran las diferencias. ¿Acaso esto establece un nuevo síntoma?

Entonces, si volvemos al padre escarnecido y a la madre subrogada, no podemos dejar de retornar al nudo de dos preguntas esenciales al psicoanálsis: ¿Qué es un padre? ¿Qué quiere una mujer?[13] Razón suficiente para encaminar el trayecto de nuestra investigación «del padre a las parentalidades», en tres escansiones: del Edipo al objeto a y del objeto a, a la feminidad.

Con este punto de partida decidimos servirnos de la opinión pública, y salimos a la ciudad con dos interrogaciones: «¿Para qué las personas forman una familia?» «¿Cómo son las familias de hoy (en qué se diferencian de las de antes)?». El analista en la ciudad «saliendo a conversar», recogiendo el guante de lo que la época tiene para decir sobre la familia y sus nuevas configuraciones. Lo que pueden enseñarnos de lo nuevo, cuando –al igual que el síntoma– hay más de una versión.

Realizamos un total de 57 entrevistas. Para la elección de los entrevistados consideramos previamente la diferencia etaria y buscamos diversos niveles educativos. Encontramos allí una interesante variedad de historias de vida. A la altura de la época tuvimos oportunidad de conversar con familias hétero, homo y monoparentales. Estamos trabajando en el análisis del material obtenido con 8 niños, 11 adolescentes, 18 jóvenes –en dos franjas etarias–, 24 adultos –también en dos grupos de edad– y 6 adultos mayores.

Entre varias conversaciones se puede destacar a M de 29 años empleado en un juzgado penalista que dijo ante la primera pregunta: «me mataste… no sé si se forma ‘para’ algo […] más que nada se forman ‘por’ ciertas cosas». Mientras que, en otra entrevista, un varón de 20, al trasmitir sobre las parejas que se forman del mismo sexo, dice: «siempre está ese lado femenino y masculino, y si falta algo de femenino y masculino hay una carencia. No lo estoy diciendo de un modo biológico».

Precisamente es de este modo que nos encontramos con el retorno de lo que salimos a buscar: «cómo se transforma el concepto de familia cuando el concepto de goce se solidariza con la época».

Las numerosas respuestas nos permitieron inaugurar nuestra propia conversación para arribar a algunos puntos que se repitieron, y que nos dan el GPS de lo que nos proponemos investigar:

1. La presencia de una diferencia entre tener una familia y hacer una familia.

2. La desvinculación matrimonial respecto del armado de una familia.

3. En las nuevas configuraciones hay el empuje a formar una familia.

4. La interrogación acerca de si transformación es equivalente a progreso.

5. La fundamentación argumentativa –unánime– por donde la familia es presentada como «un remedio a la soledad» que conlleva aún el peso de los ideales. ¿Sería este un tratamiento a la no relación sexual?

Viviana Mozzi: Gracias Greta. Paula Husni, «Leyes de identidad de género y matrimonio igualitario» es el título de la Conversación y Esteban Klainer es el responsable.

Paula Husni: Buenas noches a todos. Nombro a los integrantes de esta Conversación: Paula Szabó, Marcela García Guida, Cecilia Rubinetti, José Lachevsky, Sonia Beldarrain, María Marciani, Alejandra Breglia, Liliana Zaremsky, Lisa Erbin y Andrea Brunstein.

Empiezo con un pequeño epígrafe de Éric Laurent en «Las nuevas inscripciones del sufrimiento en el niño», que enmarcan lo que voy a leer:

[…] la institución familiar esconde, pone un velo, disimula este traumatismo que está en el centro de toda formación humana: el goce.

En el año 2010, se sanciona la ley de matrimonio igualitario; modificación sobre la ley ya existente que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo y tiene alcances sobre la adopción y la inscripción de nacimientos. Fue la sanción de esta ley la que creó los cimientos para la ley de identidad de género, en el 2012.

Menciono algunas particularidades de esta última. Por sus características, es una ley única en el mundo ya que no requiere de ningún tipo de diagnóstico previo –psicológico o psiquiátrico– para acceder a la operación de reasignación genital que, subvencionada por el Estado Nacional, puede llevarse a cabo en algunos hospitales públicos. Está sostenida, en sus fundamentos, por el discurso de género, e incluye, de uno u otro modo a menores de edad; tanto en el cambio de rectificación registral (DNI) como también en los procesos quirúrgicos u hormonales.

Con todas sus diferencias, sobre todo en lo que atañe a los cuerpos, partimos de la hipótesis de que ambas leyes se inscriben en un intento de legislar y hacer entrar en la normativización de la ley, un modo de goce.

Algunos puntos para pensar a partir de aquí.

Beatriz Preciado (filósofa y activista queer), plantea la noción de Farmacopoder, en la que refiere cómo por efecto del capitalismo se produce la expropiación del saber de las prácticas sobre los cuerpos, los modos de goce y el deseo. Estos son puestos a circular en el circuito de la economía como un producto más del mercado.

Tomamos esto para pensar cómo los modos de goce quedan subsumidos a la serie de los objetos de consumo, convirtiéndose en objetos de mercado plausibles de ser adquiridos, entrando en las «leyes del mercado» a merced de la normativización y la legislación.

Esta idea parece responder bien a la lógica de lo que Miller ya ha situado hace unos años como la época del ascenso al cenit del objeto a, que se impone a un sujeto sin brújula. Lo singular del goce de cada quien se vuelve público, se viraliza.

El discurso jurídico parece convertirse así en una de las respuestas posibles al malestar en la cultura freudiano o la imposibilidad de relación sexual. Es decir, que frente a lo que Miller denomina «un agujero en el programa que es para todo ser hablante», la modernidad «está atravesada por la búsqueda del goce que sería el adecuado, el último».[14]

Esta lógica del ascenso al cenit del objeto a, expuesto a las leyes de mercado y su normativización, responde a lo que entiendo se traduce del ¨sujeto sin brújula¨, es decir a la declinación del Nombre del Padre como articulador de la ley simbólica, intentando entonces inscribir los modos de goce con la normativa de la ley: «frente a la paternidad pacificada, el problema de la autoridad se trasladó al exterior»,[15] dificultando el uso de las marcas del padre en tanto facilitador de una impronta y un uso singular respecto al modo de goce.

El predominio del intercambio de lo más propio de cada quien (goce), en tanto concierne a la perversión singular, pierde la referencia al empleo. Y el empleo de la père-versión, en términos de lo que Lacan establece en «RSI», el «buen uso» de la père-versión, no es otro que el síntoma.

En tanto los modos de goce se resisten a ser inscriptos en una clasificación universalizante que diluye su estofa singular, y hay un real que tanto es sin ley siempre logra escabullirse, se hace necesario poner particular atención a sus modos de retorno. Es lo que intentaré transmitir en estos esbozos clínicos.

(Versión recortada para su publicación en la web)

En el caso de J., la operación de reasignación genital aparece como una solución certera luego de intentar vivir fallidamente como un hombre gay. Sostuvo pocas relaciones de pareja y el órgano sexual masculino le producía odio, acrecentándose cuando tenía erecciones. La operación venía al lugar de erradicar ese odio. Luego de operarse se verifica una deslibidinización acentuada y una imposibilidad de cernir las problemáticas con las que se encuentra en la vida.

En tanto el órgano propiciaba una localización de goce, emerge ahora la perplejidad frente a un agujero sin respuesta.

En el caso de L., realiza la operación de reasignación genital como un paso más en un proceso de feminización que había empezado unos años antes.

Ha mantenido algunas relaciones estables, mantenía un deseo sexual sostenido, tenía un uso del órgano que le propiciaba placer y podía arreglárselas con eso en sus relaciones amorosas. Si bien no concebía su cuerpo como un error le producía cierto malestar. La operación intenta resolver ese ¨malestar¨. Luego de operarse aparece el estatuto del error sobre la operación misma. Esta es vivenciada como un error irreversible que le retorna de un modo insoportable amenazando con pasajes al acto.

Ambos casos ya habían realizado la operación de reasignación genital al momento de la consulta.

Estos casos nos permiten pensar, con sus matices, cómo la operación se inscribe en la idea de erradicar el malestar frente a la emergencia de lo disruptivo del goce.

«No hay un goce último que pueda aliviarnos definitivamente de nuestra angustia: tal es, el imposible al que se confronta el discurso del goce».[16]

Viviana Mozzi: Gracias Paula. Por último, tomará la palabra Adriana Fanjul, que pertenece a la Conversación de la que es responsable Christian Ríos «Los gadgets en familia».

Adriana Fanjul: Buenas noches, nombro al equipo que acompaña la investigación: Agustín Barandarian, Ana Paula Ribeiro, Alejandra Gorriz, Carlos Jurado, Gabriel Tanevitch, Gisel Waigand, Paula Lagunas, Sebastián Llaneza, Marisol Gutiérrez y quien les habla.

Parto del título de la convocatoria, para desde allí desprender los ejes de trabajo que venimos realizando en torno al tema: los gadgets en familia.

El título, «Con el gadget en el bolsillo», nos evocó la expresión que Lacan utilizó para referirse a la libertad del loco al prescindir del Otro, por llevar el objeto en el bolsillo.[17] ¿El gadget en el bolsillo nos hace igual de libres? ¿Qué consecuencias podemos extraer a partir de ellos?

Es innegable que estos pequeños instrumentos han innovado antiguas formas de goce y también han dado lugar a nuevas. Objetos de consumo masivo, que como dice Lacan, se han convertido en elementos de nuestra existencia, tornándose imprescindibles en tanto vienen «para distraer el hambre en lugar de lo que nos falta».[18]

El objeto tecnológico, en todas sus variaciones (desde el auto, TV, celular, tablets, hasta los «bebes a la carta»), se ofrece al consumo con la promesa de una plena satisfacción, nos invita a creer que se puede hacer con lo imposible.

Ahora bien, la familia es –en sí misma– un intento de hacer con lo imposible, en tanto se funda en un goce interdicto. Toda familia –más allá de la época– «es un mito que da forma épica a lo que opera a partir de la estructura»,[19] Sistema simbólico de relaciones organizadas por un significante amo, el Nombre del Padre, por el cual el deseo de la madre y los objetos se encuentran vinculados, unidos «por un secreto sobre el goce».[20]

¿Esta definición de familia conserva su vigencia en estos tiempos en que la técnica ha modificado su organización al punto tal que «hoy puede pedirse una familia hecha a medida del fantasma de cada uno»?[21]

En este contexto, una pregunta nos atraviesa: ¿cómo pensar la incidencia del gadget en la familia?

La presencia y el uso del gadget (del que por otra parte no podemos escapar) ¿permite hablar de un goce familiar (mediada común) vehiculizado o facilitado por el gadget? ¿A qué lugar responde? ¿Al lugar del a, lugar asignado al hijo? O, por el contrario, ¿puede encarnar y sustituir una función fallida ordenando el goce, aportando un entramado «para armar las ficciones fantasmáticas»,[22] para tratar lo real?

Es necesario detenernos aquí y señalar la importancia del uno por uno, distinguir usos y funciones.

A los fines de plantear las líneas de trabajo nos serviremos de tres ejemplos que podemos aunar (más allá de las diferencias) por un hilo conductor que iría de la ciencia ficción a la ficción de la tecno-ciencia.

I. ¿Quién no recuerda la serie animada de los años 60 que presagió un futuro idóneo donde los gadgets eran parte del funcionamiento familiar? «Los supersónicos», familia de clase media, trabajadora, que si bien se anticipa a la vida familiar tecnológica (transcurre en el año 2062) no alcanza a atisbar la contracara del progreso que iría del «padre a lo peor»,[23] en tanto desconoce -que la ciencia/técnica sometida a la ley de mercado- contribuye a la degradación de la función paterna. Por el contrario, en nuestra familia animada, los instrumentos que le dan existencia y marco a la dinámica familiar lejos de opacar u horadar las funciones, acompañan y facilitan las mismas. Una familia de la tecno-ciencia regida por el Nombre del Padre.

II. De Black mirror a los bebes reborns.

El capítulo titulado «Vuelvo enseguida», pone en escena lo que acontece con el fenómeno reborns. La ficción permite a una joven viuda (luego de enterarse de su embarazo) recuperar a su marido a partir de un software que posibilita –vía la información de las interacciones en las redes sociales– reproducir conversaciones, escuchar su voz y hasta crear un cuerpo artificial. Martha (la protagonista) intenta sortear lo real de la muerte, haciéndose acompañar por este nuevo partenaire incómodo, se sirve de él para recrear la ficción familiar.[24]

En la misma línea, y como si se tratara de un capítulo de la serie, un fenómeno instalado en Europa desde hace unos años permite crear «bebés a la carta». Muñecos hiperrealistas, para adultos, que reproducen rasgos, olores y hasta sonidos de un bebe. Sus creadores confirman que la mayor parte de sus usuarios son madres cuyos hijos han crecido o han muerto, mujeres que no han tenido hijos y en menor número, parejas que hacen de este muñeco «su hijo». «Bebés eternos» cuya función habrá que despejar en cada caso y en cada familia,[25] aunque podamos decir –a riesgo de generalizar– que ponen al desnudo –como diría Lacan– «el goce informado, sin forma»,[26] que tiene a «la mujer como horizonte».[27] Cuestión que en ocasiones (y aunque no sea homologable) también se patentiza en las consecuencias que tiene la instrumentalización de la ciencia en la gestación, poniendo de relieve que el «deseo de hijo recubre cada vez un querer gozar particular».[28]

III. Vida animada, tal es el nombre del documental basado en la vida de Owen, un joven autista, que a sus 3 años deja de hablar y se sumerge en un absoluto silencio. El lazo con el otro se rompe. Una afición, ver películas de Disney –una y otra vez–, y un uso singular del aparato tecnológico le sirvió para poder soportar la intrusión que suponía para él la presencia del Otro, su lenguaje; y a partir de ahí, la posibilidad de salir del «encapsulamiento autista»,[29] incidiendo en el funcionamiento familiar, en la manera de tratar el goce.[30]

Estas esquemáticas líneas de trabajo, nos interrogan acerca de cómo lo real de la época incide en la familia, dando lugar a formas diversas de anudamientos entre sus miembros favorecidos u obstaculizados por el gadget.

Sin caer ni en la nostalgia por el padre, ni en el vale todo de la época, el psicoanálisis invita a abordar a la familia actual, una por una, distinguiendo transformación de síntoma, en tanto la época actual patentiza -a contrapelo de lo que aspira- que no siempre tener el gadget en el bolsillo nos libera de la angustia.

Lineamientos que se abren y ante los que aún no tenemos conclusiones solo, como dice Miller, un «esfuerzo de trabajo».[31]

Viviana Mozzi: Gracias Adriana. Pasamos, entonces, a los comentadores. Comenzamos con Diana Wolodarsky.

Diana Wolodarsky: Buenas noches, agradezco la invitación. Traté de trazar algunas líneas que fueran hilvanando un poco los distintos estados de trabajo que ustedes han escuchado esta noche y que tienen propuestas de investigación muy interesantes sobre este tema.

En principio, el título: Asuntos de familia, en plural. Asuntos, pone el acento en la variedad y en la inconsistencia, no hay «La» familia, hay versiones. Sus enredos en la práctica, hacen a nuestro motivo de interés y, al igual que el tema del próximo Congreso, Asuntos de familia podríamos pensarlo bajo transferencia, por eso nos interesa. No tanto los relatos de los asuntos de familia, sino sus enredos bajo transferencia en la práctica.

Estos trabajos nos aproximan a tratar de localizar qué hace familia. Desde la perspectiva lacaniana afirmamos que familia no se trata de biología ni de religión y que no hay, entonces, un estado natural de hacer familia. Podemos aproximar, en primera instancia, que lo que hace familia refiere a un lugar en donde se tejen lazos, se traman historias que son hechas de discurso, hechos de discurso que hacen entonces asuntos de familia. En el lugar donde no hay «La» familia en tanto ser, damos cuenta de las versiones en singular a través de las marcas del Uno. Diversas maneras de hacer familia, combinaciones variadas que hemos escuchado, desafían nuestra práctica y bordean cuestiones jurídicas en términos de igualdad, de disparidad, incluso de segregación; el odio a lo diferente está hoy en las noticias de todos los días.

En principio, el hilo que entiendo hilvana estos trabajos ubica un primer interrogante –porque la verdad es que no tengo más que interrogantes, pocas afirmaciones que me las contarán ustedes–. He tratado de ver todos los videos y entrevistas que hay en la web del ENAPOL –se lo recomiendo, verdaderamente son orientadores–, y me dieron un marco para acercarme al tema, del cual estaba un poco distanciada. Entonces, el hilo que entiendo hilvana estos trabajos ubica un primer interrogante que es: ¿qué permanece y qué cambia en la transformación de la paternidad a las parentalidades? ¿En qué medida afecta la función paterna en tanto que suponemos –y fue dicho acá–, introduce la dimensión metafórica del sujeto? ¿Podemos ubicar nuevas modalidades o vías que vengan a tomar el relevo de esta función? Pensando en parejas del mismo sexo, mono parentales, madres trans, cambios de asignación sexual, la diversidad. ¿Consideramos que ya no podemos dar cuenta de esa función paterna, de esa variable que introduce la metáfora en el sujeto?

También ubico una dimensión política en Asuntos de familia: sus enredos en la práctica. Como se vio en los analistas que salen a la ciudad, podríamos decir la Acción lacaniana, ¿qué dicen los analistas? ¿Qué transmiten de su hacer? ¿Qué partenaire-analista conviene a estas nuevas configuraciones? Me preguntaba, ¿sostiene el silencio un analista que está frente a un sujeto que va a intervenir su cuerpo de forma precipitada, sino desesperada, como veíamos acá? ¿Qué interpretar? Son cuestiones de políticadel psicoanálisis. La intervención de Paula Husni viene en esa dirección y responde algo de mi pregunta, en tanto indica que el analista decide una escansión que conmueva un único sentido para el sujeto, allí donde éste encuentra la certeza de un goce que invade su cuerpo. Paula dice «no es lo mismo una mujer que una mujer trans«. Esta intervención, esta manera de formularla, abre a lo singular al incluir una diferencia en la serie de las mujeres, apenas una sutil diferencia que permitirá habitar ese cuerpo un poco más amablemente. Entonces se escucha ahí un analista, orientado por lo real y no por las estructuras de parentesco, ni por las cuestiones filiales, ni por los lazos de sangre, se escucha un analista que va más allá de la condición trans del sujeto, localizando un punto de goce, o sea como lo haría con cualquier sujeto que escuchara.

También escuchamos los modos de acceso a la paternidad, maternidad, distintas maneras, padre escarnecido, madre subrogada, ovodonación, fecundación asistida, ¿los consideramos nuevos gadgets de la ciencia? ¿No están al alcance de la mano, acaso? Al decir de Miquel Bassols, hoy puede pedirse una familia hecha a la medida del fantasma de cada uno. Este decir me evocó inmediatamente otro similar de Miller respecto de la pornografía, que ustedes deben recordar, entendida como aquella que ahorra a los sujetos fantasear, ya que sólo se necesita abrir la pantalla para encontrar la fantasía a la medida y al alcance de la mano, sin compromiso alguno de parte del sujeto acerca de saber sobre su goce. Ambos dan cuenta del ascenso del objeto a al cenit social.

Me preguntaba si el parentesco entre estas nuevas modalidades parentales y la pornografía, tenga que ver con cierto aspecto descarnado de acceso a lo sexual, a cierta cosificación del sujeto y a la facilidad de acceder a lo que se desea, prescindiendo del Otro del amor y del lazo; entre el querer y el obtener hay una muy corta distancia –como U$D 150.000 dólares– o esta señora que pudo eternizar una raza. La ciencia al servicio de la fabricación de bebés a la carta o la posibilidad de crear una raza pura bajo ese plan del amor eterno, o el sueño de paternidad hecho realidad para un hombre que accede a ello, no sin pagar el precio de la contingencia. Efectos subjetivos que son leídos e interpelados por una analista. El caso que presenta Eugenia Serrano desplaza con su pregunta al síntoma de su lugar equivocado, ubicado en la hija problemática, el naturalismo filial, ideales conmovidos y la intervención separa los goces del bien común, permitiendo acceder a lo singular.

Respecto de lo que traía Greta Stecher y su grupo de investigación, surgía la pregunta qué del padre, qué de la madre, preguntas que se formulan en términos edípicos, pero al referirse a parentalidades, la pregunta cambió. La pregunta qué del padre, qué de la mujer. Me preguntaba por qué ya no es la madre, por qué allí donde antes preguntaba qué del padre y qué de la madre, ahora pregunta qué del padre, qué de la mujer. ¿Es acaso la madre la que queda cuestionada en tanto tal en las parentalidades? ¿Podríamos pensarlo como un rechazo a lo femenino? Me parece un punto interesante a pensar esa variación que ustedes introducen.

Finalmente para concluir, en este trayecto que ubican del Edipo al objeto a, y del objeto a la feminidad, me encontré casualmente trabajando un texto para otro tema, una clase de «Iluminaciones profanas», en la que Miller habla de las familias, que está publicada en la Lacaniana N° 7. Allí hace una referencia a las biografías y dice así sucintamente:

[…] las biografías se escriben a partir de las familias […].

Son biografías donde vemos agitarse a los personajes bien conocidos del padre, la madre, los hermanos, los tíos, las tías, etcétera; así es como aparece comunicada en la experiencia analítica […].

La idea de Lacan es que no son términos primitivos a pesar de la apariencia, que las relaciones primordiales de un sujeto se establecen respecto del saber, del goce y del objeto a.

[…] lo que constituyó la familia para el niño, qué lugar han tenido en relación con esos vínculos fundamentales, y por consiguiente, excluir las observaciones fundadas solo en anécdotas o vueltas en redondo de la biografía, pero implicadas como resorte del caso. La frontera saber goce […] no es otra cosa que esta frontera que el neurótico vuelve a interrogar, la frontera que se abre entre saber y goce.[32]

Desde esta perspectiva me pareció que los asuntos de familia y sus enredos son leídos también en nuestra práctica desde esta tríada, como escuchamos hoy: saber, goce y objeto.

Viviana Mozzi: Gracias Diana. Escuchamos ahora los comentarios de Pablo Russo.

Pablo Russo: Buenas noches. Gracias por la invitación.

Para tratar de animar una conversación, a los que se queden a conversar, voy a tomar la propuesta de respuesta que me parece se da el trabajo de la Conversación que representó en su presentación Eugenia Serrano, «La torre de Babel» que llamaré «Circunscribir un real».

Si bien todos los trabajos toman como marco al psicoanálisis, me parece que hay dos que tienen un anclaje clínico; uno tiene un anclaje clínico y toma varias ficciones -quienes me conocen sabrán que esa es la vía que más me place-, y el otro toma una vía distinta que llamaría algo así como «Entrevistas urbanas», en principio.

Lo que me llamó la atención, en una primera leída, es que ninguno de los cuatro trabajos va a ubicar el real de la familia de hoy en el niño aun cuando leemos todo el tiempo que el real retorna por allí.

Para comentar desde ahí, desde «circunscribir un real», y hacer una pequeña lectura y alguna pregunta a cada trabajo, le di un nuevo orden a los trabajos, que no es una lectura valorativa, me parece que todos permiten aprender algo. Pero voy a tratar de pensar cuatro maneras de abordar la falla en el goce y desde allí voy a hacer una pregunta a cada presentación.

La que tomaré como primera es la que presentó Greta Stecher sobre «Padre escarnecido, madre subrogada». Me parece que ellos intentan ubicar lo que yo llamaría «la falla social»; escarnecido el padre y subrogada la madre, al menos en las neurosis, han sido siempre. Ellos lo dicen muy bien: «El padre no es la fecundidad, la madre no es el vientre». Ahora, para abordar ciertas transformaciones toman un método que me pareció muy novedoso, veremos los resultados, si es interesante, me parece aún un poco sociológico. Vieron que Diana Wolodarsky, al hacer su comentario, rápidamente fue de la Acción Lacaniana en la ciudad a la políticas del psicoanálisis, a si le preguntáramos a los analistas qué hacen. A cada uno de los trabajos, a los que no tengan ficción, voy a proponerles alguna. Aquí creo que, en reverso, deberíamos contratar para que hagan un documental a estudiantes de sociología sobre las instituciones psicoanalíticas lacanianas. Desde este método, que a mí me llama la atención, ¿cuál es el real que encontraron? ¿O cuál es, mientras lo buscan, el real que fueron sabiendo o leyendo, en lo que buscan? ¿El padre en una cajita?

El que pongo en segundo término es el trabajo sobre las leyes de Identidad de Género y Matrimonio Igualitario que pensé que tiene mucha relación con las investigaciones de los Observatorios pero como no estaba firmado… Ahora cuando la vi a Paula Husni, dije «¡Ah! ¡Claro! Es verdad». Hay investigaciones muy interesantes que he leído de la AMP y la FAPOL y una versión, uno de los informes se publicó en la Virtualia 32, por eso también lo conozco. Me parece muy bien y me parece que ellos abordan lo que llamaría «la falla biológica», la de la ciencia. La ficción que les propondría, porque toman solo la clínica, es La chica danesa. Me parece que ahí se ve muy bien algo que me parece que ustedes muestran. Dado que el uso singular del goce y las regulaciones frente a las variabilidades, las variaciones, que se van como al infinito y sus retornos, la pregunta que les hago es si el real que circunscriben es que la intervención -para llamarlo de alguna manera-, que englobaría la ley, el mercado, las tecnociencias, no solo no logra readaptar el goce -ni siquiera desde los discursos de género-, sino que a veces produce un desencadenamiento del goce, lo que ustedes en algún momento llaman, por lo menos, «aplastamiento libidinal». Me pareció interesante un detalle al pasar que es esto de si el error común, aquello de confundir o no avenirse a la confusión del órgano con el falo, está en el sujeto o está en el otro, o es leída según el médico, el científico. Hay un caso en el cual el sujeto dice «yo tengo un cuerpo equivocado, hay que operarlo» y después lejos de estabilizarse su locura, se complica, hay una vía con «actuar de mujer», muy bien; en el otro caso no es que crea que tiene un cuerpo equivocado y se opera igual y ve el error después de operarse.

Al que pongo en tercer lugar que es el trabajo sobre «El gadget en el bolsillo» – y a pesar de que tiene tantas ficciones-, le pondría el nombre de una ficción que no existe que sería «Volver del futuro». Me parece que ellos abordan la cuestión, si bien toman la cuestión del gadget, por la vía de la falla estructural y en el camino que hacen del futuro al presente, «Los supersónicos» parecen representar más a una familia clásica, tradicional, y los «renacidos» presentarían la locura provocada e incentivada por la ciencia de usar el gadget para intentar triunfar sobre la vida y/o sobre la muerte. El caso de Black mirror o el caso de los bebés creados.

Y finalmente, más cerca de nosotros, de los renacidos, no estamos tan lejos, lo que llaman la vida animada, un poco en las antípodas de Los Supersónicos con esta especie de familia Disney. Me parece, para preguntarles qué real ubican, que me parece que ubican muy bien que tener el gadget en el bolsillo no libera de la angustia, muy al contrario, es un ejemplo que Lacan toma para el psicótico que no puede ordenar ese problema que tiene con el objeto. Y ustedes preguntan: «¿Puede encarnar el gadget y sustituir a la función fallida ordenando el goce, aportando un entramado para armar las ficciones fantasmáticas para tratar lo real?» No sé si esto lo preguntan en relación con la psicosis solamente, entiendo que sí. Volviendo del futuro, ¿qué real les parece frente a la idea de un goce familiar o del «todo es posible» de la ciencia? ¿Qué real ubicarían en el uso del gadget que se opondría al uso singular del goce?

Y finalmente, de donde partí, el trabajo que presentó Eugenia Serrano sobre «La torre de Babel». Sobre el tema que ellos traen se me ocurría que ubican las cosas en un ternario muy preciso: el origen, la vida y el sexo. Para el origen recordé la película Inception de Christopher Nolan, que vía la técnica y la imaginarización de los sueños volvería a algo del «origen». Sobre la vida, la de Luc Besson, Lucy. Y para el sexo tenemos algunas hard, pero me gustaría encontrar una que tenga que ver con Babel… no se me ocurrió.

A mí me pareció muy interesante el caso que toman, que vos tomás, Eugenia, donde el secreto familiar que actúa la hija devela el síntoma resituado en ella, no en la niña, sino en la madre. Es interesante que acá hay una consulta familiar; diría que ellos responden -por lo menos en esta presentación en mi manera de leerla-, al problema de la vida animada por lo que yo llamaría «la falla sintomática», oponiendo animación a destino. Entonces les preguntaría, con relación a qué real ubican: hasta ahora esa declinación que ustedes toman tan interesante de François Ansermet, que iría entre o del vértigo a la perplejidad, vos ubicabas algo y parecía que el vértigo estaba del lado de la madre y la perplejidad del lado del padre. No lo sé. Pero me pareció muy interesante como una clave esto de vértigo y perplejidad para leer un problema de respuesta en la animación respecto de los problemas con el goce y sus usos singulares.

Finalmente, en la lógica de este comentario quería decir algo personal, en nombre absolutamente propio, pero la verdad que hoy no puedo dejar de decir y que tiene que ver con el sesgo que elegí para interrogar o animar estas presentaciones. Sabemos que en nuestra lógica lacaniana el bien decir tiene que ver con circunscribir un real, en las lecturas que hacemos de la familia en el malestar de la civilización actual, en las ficciones o en los objetos que consumimos, en la clínica, en nuestras conversaciones, en la Escuela. ¿Hay, me pregunto -y me lo pregunto sobre mí mismo, si yo participo de eso-, hay un limbo, un vértigo, una perplejidad en el que nos hemos acostumbrado o adormecido a ya no intentar decir sobre un real? Conversamos en los pasillos que hay un real en la Garantía o en el Pase, conversamos que hay un real en nuestras conversaciones o en el ENAPOL? Pero… no lo decimos. ¿Hay un real en lo que se difunde por Eol-Postal? Gracias.

Viviana Mozzi: Gracias Pablo. Abrimos, si les parece, un espacio de preguntas o comentarios del público y luego devolvemos la palabra a la mesa. Silvia Ons.

Silvia Ons: Me llama la atención lo siguiente, tiene mucho que ver con la época. Por un lado, una creencia absoluta en la biología, es lo que el trabajo de Eugenia muestra, el óvulo es el óvulo donante, toda la cuestión en relación con la genética. Es importante conocer al donante de esperma, por ejemplo, que aparece en los programas para saber qué enfermedades genéticas… todo biología. Por otro lado, como contraposición, todo puede ser reducido a funciones, a un funcionalismo o el sexo con relación al sexo percibido, es decir, un rechazo al cuerpo biológico. Me parece que la cuestión está en esos extremos, un rechazo al cuerpo biológico, el sexo es lo que se percibe o una confianza absoluta en la biología, en la genética. Me parece que eso tu trabajo lo muestra claramente.

Me parece, ahí tomo el trabajo de Paula que el psicoanálisis propone una dirección distinta, que Greta se opone a la sociología porque justamente lo que Paula muestra es que ya no se trata de lo que el paciente dice –»quiero cambiar de sexo», «pienso esto de mi familia»–, sino estaríamos haciendo una apología de la conciencia. Lo que ella muestra en su trabajo es que se trata de pensar más allá del sexo que se auto percibe, o del sexo que se cree tener, pensar no en la línea de la ciencia –que si alguien quiere cambiarse de sexo eso es posible–, sino la economía de goce de cada sujeto, el cuerpo de cada sujeto que me parece que es rechazado, tanto en la dimensión de la confianza absoluta del cuerpo biológico o en la línea de todos son funciones. Me parece que ese es el punto que muestra la actualidad del psicoanálisis, es decir, la importancia del psicoanálisis en ésta época.

Osvaldo Delgado: Buenas noches. En principio quería felicitarlos por los trabajos, muy interesantes y los comentarios que han hecho nuestros colegas. A mí se me recortó una cuestión: como pregunta para mí mismo, como efecto del trabajo de ustedes.

Y la pregunta que me hice es la siguiente: si llamamos Nombre del Padre a lo que introduce la dimensión de la metáfora, ¿cuáles serían los efectos, en las condiciones de metaforización, de la declinación del Nombre del Padre?, primera cuestión.

En la reasignación de sexos, por ejemplo, ¿no vemos un empuje al goce de la literalidad, en términos de ajustar la anatomía a lo que se percibe como goce? O sea, haciendo una mala lectura del texto de Freud respecto a «la anatomía es el destino». Entonces yo me preguntaba, los analistas no somos ni podemos ser adoradores del padre pero sí somos practicantes de la dignidad de la metáfora. ¿Ésta es nuestra función en la época?

Irene Kuperwajs: La verdad es que me resulta muy interesante poder escuchar las distintas cuestiones que se fueron abriendo. Creo que hay algunas que se tocan, como pudimos escuchar en algunos trabajos, más allá de las particularidades. A nosotros nos insistían varias cuestiones, como decía Eugenia cuando abrió el trabajo. Tratamos de centrarnos en ubicarlas porque nos veíamos absolutamente atravesados y sorprendidos por la extensión que tenía este problema, porque no solo nos tocaba a nosotros como analistas, sino como veíamos aparecer en los medios diarios, cotidianos –pero no como una noticia en el New York Times–, en la televisión, en la radio… absolutamente todos los días alguien introducía la cuestión cada vez con más naturalidad: una ovodonación, el alquiler de vientre, las parejas homosexuales que tienen sus hijos, etcétera. Entonces fue todo un esfuerzo poder empezar a ubicar que de lo que se trataba para nosotros, después de ese primer tiempo, pensar –un poco lo que traía Diana al principio–, estas cuestiones bajo transferencia. Y comenzamos a orientarnos por eso: de qué manera nosotros, como analistas, podemos responder a lo que insiste. Y lo que insiste, volviendo a la viñeta que trajo Eugenia, respecto a las preguntas sobre el origen, la filiación, qué es un padre, de dónde venimos. También veíamos que trastocaba algunas cuestiones de siempre, por ejemplo, madre cierta, padre incierto. Como vemos claramente en este caso queda absolutamente trastocado porque con la ovodonación lo que se reintroduce es efectivamente, que lo que no se sabe, es lo que tenía que ver en todo caso con la madre, cuestión que juega esta madre en el rechazo. Quería enfatizar que fue un esfuerzo muy grande porque lo es, es un estado de trabajo tratar ubicar desde la medicina, desde lo jurídico, pero al final de cuentas nosotros como analistas, ¿qué real, con qué nos encontramos?

Débora Nizcaner: Agradezco los comentarios y la noche. Cuando Diana dice «qué hace familia» es el disparador de la decisión de cómo empezar. Y cuando Pablo vos decís la cuestión sociológica y la ficción, es verdad porque salimos a la ciudad, fue una decisión y está hecha por analistas y eso ya cambia la cosa, en el sentido de que fue todo un trabajo y un enredo ponernos de acuerdo y saber qué queríamos preguntar. Al punto tal que la primera pregunta –¿por qué se forma una familia?–, no teníamos el más mínimo cálculo que realmente iba a ser contestada por el padre de la tradición. Ese es un efecto retorno de nuestra dirección. Todos, desde un niño de 5 años hasta un abogado, un penalista, una ama de casa, una empleada doméstica, todos contestaron por el lado de que es necesaria una familia, es un orden simbólico, eso tiene que pasar así y tímidamente alguno se puede mover de ahí. Nosotros no salimos a buscar los fantasmas, es verdad que salimos a tratar de encontrarnos con qué quiere decir nuevas configuraciones a partir de lo tradicional.

Y esto tiene que ver con una experiencia que vale la pena compartir. En Brasil estuve en una Jornada, dentro del último Congreso, en la que trabajaron todo lo que pasaba en la ciudad y ahí noté que se podía empezar al revés. En lugar de aplicar el psicoanálisis a lo que aparece como fenoménico o en los consultorios hacer al revés: qué no enseña la ciudad. Entonces de acá partimos ahora tenemos que llegar a los enredos de la práctica, esa es la orientación, pero está hecho por analistas no por sociólogos.

Manuel Zlotnik: Con relación al tema de la diferencia entre paternidad y parentalidad, cómo piensan ustedes eso, sobre todo con relación a la parentalidad y la igualdad. Y qué pasa dentro de la parentalidad con lo descripto por Lacan como función paterna-función materna, cuidado paterno-cuidado materno, ¿desaparecen?, ¿no desaparecen?, ¿son discretas, siguen estando pero de manera discreta?, ¿qué lugar, cuál sería la función nuestra como analistas si desaparecieron, las restituimos o no? Lo pregunto porque desconozco el tema, entonces con razón a lo descripto, con relación a la parentalidad, ¿cómo pensaron ustedes esta cuestión?

Silvia Salman: También les agradezco los trabajos, reflejan un trabajo enorme de investigación. Quería retomar la pregunta de Pablo sobre lo real y mi perspectiva respecto de lo que escuché. Creo que cada uno de los temas de los grupos de conversación, por ahí Sinatra que está en esto y ustedes también lo han pensado así, muestran un punto de real. No sé si capté lo que querían decir, pero para mí muestran un punto de real, lo real de la ciencia, lo real del cuerpo, lo real del padre y lo real de la tecnología. Ese es el tema de cada una de las conversaciones para que los psicoanalistas podamos decir cómo tratamos nosotros el real de la ciencia, la tecnología, el cuerpo y el padre. Entonces creo que pudieron situar muy bien justamente el detalle analítico –Diana y Pablo lo situaron–, en relación con la intervención de Paula o la del caso de Eugenia. En fin en todos. Entonces el reverso de eso, me pregunto, asuntos de familia, asuntos de familia es el reverso de lo real, porque si hay algo que no hace familia es lo real. Entonces el tema del VIII ENAPOL, Asuntos de familia, ¿a qué nos convoca? ¿A enredarnos en los asuntos de familia?

Creo que tenemos que tener cuidado con eso en la perspectiva: enredarnos en los asunto de familia o, justamente, a desenredarnos y poder aislar ese real que está en juego en cada una de las Conversaciones de estos grupos, de los temas que a ustedes les compete y, también, de lo que trabajemos y lo que cada uno pueda producir para este ENAPOL. Creo que esa es la perspectiva política de nuestro ENAPOL.

Esteban Klainer: Una pequeña cuestión sobre la Conversación en la que estamos con Paula, que me parece que no la tenemos resuelta, es una pregunta que me hago, y que nos hacemos. Primero si el psicoanálisis o los psicoanalistas tenemos una posición en relación con, por ejemplo, las leyes de matrimonio igualitario, de identidad de género pero también, podemos, agregar alguna de fertilización asistida y las que vengan. También es si deberíamos tener una posición, capaz no la tenemos pero deberíamos tenerla, no lo sé. Eso queda como un asunto para nosotros. Lo que sí me parece que tenemos es alguna orientación y es, por un lado, lo que fue la intervención de Miller en el Senado francés, sobre todo las razones de esa intervención que fueron: frente al uso del psicoanálisis como un marco teórico con el cual sostener el estar en contra de esa ley, es que Miller interviene para ubicar que no se puede usar el psicoanálisis para eso. Después él desliza que está de acuerdo, pero también en algún reportaje dice que Judith le ha dicho que seguramente Lacan no estaría de acuerdo.

La otra orientación que me parece importante es «el no hay progreso de Lacan» que siempre es un lugar al cual nos podemos deslizar y que es lo que está siempre de trasfondo en lo que conocemos como las teorías de género, que hay que nombrarlo en plural porque son muchísimas, pero que siempre detrás de las teorías de género está la idea de progreso, del sentido de la historia, del hombre nuevo, etcétera.

Elena Levy Yeyati: La observación de Débora, a partir de la indagación que salieron a hacer por medio de encuestas acerca de lo que piensan de si hace falta formar una familia y todos respondieron monolíticamente, muestra que para la gente, para la opinión corriente, la familia no es una construcción social. Muestra que está naturalizada la idea de la familia en la opinión común. Entonces, me parece que un aporte interesante desde el punto de vista de las referencias para profundizar en este tipo de estudios es el libro ¿La construcción social de qué? de Ian Hacking,[33] que toma ejemplos de construcciones sociales para pensar lo que está naturalizado en la gente, que piensa, por ejemplo, que la familia podría ser la construcción social de la biología, de la ciencia, de la niñez, etcétera. Esta es una sugerencia bibliográfica.

Es muy difícil poner en relación construcción social y psicoanálisis por eso me parece que surge todo el tiempo la pregunta por lo real que hay en esto y cuánto a nosotros nos convoca como psicoanalistas el tema.

Ernesto Sinatra: Me parece muy fructífera esta conversación de hoy para situar las coordenadas que, tanto Diana Wodolarsky como Silvia Salman apuntaban en sus intervenciones, y que después se pudieron dialectizar. Asuntos de familia y sus enredos en la práctica se trata efectivamente de cómo pasamos del Otro de la familia al Uno del síntoma singular de cada cual, y eso no es otra cosa que un análisis. Lo que nosotros investigamos son los distintos fenómenos sociales, políticos, de la civilización –en su estado actual–, intentando extraer de ahí el hueso con nuestros conceptos. A partir de esta orientación hoy tratamos: la tecnología en el bolsillo e interrogamos el real que le corresponde. Ya que no hablamos de lo real, porque hay trozos de real, lo que ubicábamos es ese preciso real en donde aparece el gadget, y aparece exactamente en la falla estructural de la no relación sexual. Ahí aparecen los gadgets y ahí es donde se hacen síntomas sociales y síntomas en cada uno.

Toda nuestra dificultad es no perdernos en la cuestión de los fenómenos sociales. Me parece que se ha demostrado hoy hasta qué punto hay un intento renovado de, con los conceptos y los matemas, no perder nuestra orientación clínica. Por eso el «bajo transferencia» focaliza el real determinante a partir del cual se sabe que solamente hay modos de gozar, por eso nos referimos al real del padre, el de la tecnología, el de la ciencia…

El secreto de eso es que hay formas de gozar del padre, la tecnología y la ciencia… por eso tenemos que estar advertidos para responder. No está mal dar una vuelta por el Otro social para aplicar lo que decía Miller: se trata de usar los nombres del otro para hacerles escuchar lo que no quieren oír.

Silvia Salman: La dirección política del ENAPOL es esa, es pasar por el real de la ciencia, del padre, de la tecnología para aislar el real desde el psicoanálisis. Por supuesto la dimensión política no es sin eso. Lo otro lo vamos a tener en las Jornadas Anuales, en donde vamos al psicoanálisis puro, a lo más en intensión de nuestra práctica y nuestra formación, entonces esa combinación de la semana va a estar buena.

Paula Husni: Voy a ser breve y voy a tomar un punto de lo que dijo Diana y un punto de lo que dijo Pablo. Diana ubicó finamente la posición del analista en lo que concierne al trabajo que presenté y me llevó a pensar una pregunta que es importante hacernos: ¿existe un analista de la época? ¿Hoy podemos hablar de un analista de la época? Yo tengo una respuesta –no voy a hacer cargo a mi grupo de mi respuesta–, yo creo que no. Creo que más bien existe un analista que debe estar advertido y que tendría que poder escuchar en el barullo de la época para localizar un real, creo que eso no es solo de la época sino que es la posición del analista. Por eso creo que no existe un analista de la época, sino que el analista en la época tiene que estar aggiornado a eso, poder escuchar ese punto de real que se pierde, se esconde, se escabulle en esos significantes de la época. En ese punto, me pregunto ¿de qué se trata una orientación por lo real? ¿Qué quiere decir en estos casos tan diversos una orientación por lo real? Creo que la orientación por lo real se sostiene en intervenciones que vayan justamente a contra pelo de la homogeinización del «para todos» que presenta la ley, que presenta el mercado y que presenta el ideal. Es decir, ir a contra pelo del ideal de la época. Ese efecto de separación es lo que permite hacer emerger algo de la singularidad del goce de cada quien, ese uno por uno a contra pelo del para todos, de la ley, etcétera.

Respecto a lo que mencionaba Pablo, de qué manera se posiciona el analista frente a las intervenciones quirúrgicas de reasignación genital. Efectivamente coincido, la operación de reasignación genital, en los dos casos que presenté, claramente no logran readaptar el goce. Hay que poder escuchar en las brevísimas viñetas que presenté, es lo que intenté situar, la diferencia sustancial entre ambos casos, donde en uno había un odio férreo al funcionamiento del órgano y en el otro había un modo de hacer con el funcionamiento del órgano, había placer sexual, había uso, etcétera. Los dos casos cuando vienen a consulta ya vienen operados, con lo cual me parece que en ese punto el uso del órgano –es mi hipótesis–, hubiera situado una diferencia, si los dos casos se hubieran presentados previo a la operación. Me parece que ahí el analista tiene que poder dirimir a qué lugar viene el órgano y a qué lugar vendría la operación de reasignación genital. En ese punto nuevamente es un uno por uno, creo que ese es el lugar adecuado en el cual pararnos, no hay el «qué hay que hacer» o «que no hay que hacer», no hay un ideal desde el analista de cómo situarse frente a esto sino más bien que la respuesta tiene que ser, como lo ha sido siempre, uno por uno.

Eugenia Serrano: En el caso de nuestro grupo está el real de la ciencia pero también está el real de qué es la vida. La pregunta por el origen es el real que se intenta circunscribir y, en ese sentido, la ovodonación. Por eso pongo «una historia de ovodonación», es también una ficción que viene al lugar de intentar dar algún tipo de tratamiento a esa pregunta por el origen. Lo que pasa es que es una ficción que no permite ningún tipo de equívoco, ningún tipo de mal entendido, ni ningún tipo de deslizamiento, por lo menos en este caso. Y en ese punto creo que lo que muestra el caso es en donde lo familiar falla casi de la peor manera. Vos decís «¿la consulta es familiar?», yo creo que la consulta no es familiar, se presenta como no familiar porque ubican en esta jovencita todo el quilombo y no es una hermana, y el tema es ver como eso se reconduce. En todo caso es la pregunta por la vida y la ovodonación es también una ficción que intenta dar respuesta a esa pregunta y esa es la orientación a nuestra investigación, pero una ficción que no permite ningún malentendido, que es de un peso mortífero.

Viviana Mozzi: Nos hemos quedado sin tiempo. Muchísimas gracias a todos y tenemos las próximas tres noches para seguir con estos temas, esta es la primera de la serie.

NOTAS

  1. Ansermet, F., Vértigos del origen, vértigos del devenir. El puente freudiano. 6/2/2009. http://pontfreudien.org
  2. Lacan, J., «Seminario 21. Los no incautos yerran». Clase del 11 de junio de 1974. Inédito.
  3. Ibídem.
  4. Ibídem.
  5. Lacan, J., Los complejos familiares en la formación del individuo. Otros Escritos.
  6. Lacan, J., (1956–1957) El seminario, libro 4. La relación de objeto. Buenos Aires: Paidós, 1994, p. 377.
  7. New York Times, nota publicada en la primera página, el sábado 8 de abril de 2017.
  8. Lacan, J., (1956–1957) El seminario, libro 4…op. cit., p. 377.
  9. Ibídem, p. 378.
  10. Escarnecido: «Mis en boîte, literalmente «metido en una caja». Tiene el sentido de «tomar el pelo» o «burlarse».» Nota al pie, ibídem, p. 378.
  11. Lacan, J., Dos notas sobre el niño. Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial. 1993, p. 56.
  12. Miller, J.-A., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica. Buenos Aires; Paidós, p. 413.
  13. Lacan, J., (1969–1970) El Seminario, libro 17. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós. 1996, p. 137.
  14. Laurent, E., Un nuevo amor por el padre. Transformaciones. Ley, diversidad, sexuación, Buenos Aires: Grama, p. 27.
  15. Laurent, Eric, Las nuevas formas del sufrimiento en el niño.
  16. Laurent, É., Un nuevo amor por el padre. Transformaciones…op. cit., p. 189.
  17. Lacan, J., Petit discours aux psychiatres (Breve discurso a los psiquiatras). Cercle Psychiatrique H. Ey, Sainte Anne, el 10 de noviembre de 1967. Inédito.
  18. Lacan, J., La Tercera. Intervenciones y textos 2. Buenos Aires:Manantial, p. 107.
  19. Miller, J.-A., Cosas de familia en el inconsciente. Mediodicho N°32. Revista de Psicoanálisis «Maldita familia». Córdoba 2007, p. 19.
  20. Ibídem, p. 20.
  21. Bassols, M., Famulus. Lacan XXI. Revista de Fapol online. Octubre 2016. http://www.lacan21.com/sitio/2016/10/25/famulus/
  22. Casenave, L., La familia en el ciberespacio, Asuntos! #7. Boletines de ENAPOL. http://www.asuntosdefamilia.com.ar/es/template.php?file=Boletines%2FAsuntos%2F007%2FLiliana-Cazenave.html
  23. Bassols, M., Hijos de la tecno-ciencia. Trabalenguas. Revista virtual. EOL-Sección Santa Fe. http://trabalenguas-eolsantafe.blogspot.com.ar/2015/12/los-hijos-de-la-tecnociencia-y-sus.html
  24. Incómodo por la discordancia en las emociones y comportamiento (debido a la falta de información en el servicio) que la confrontan con lo imposible de velar. No obstante, no lo desecha lo guarda en el altillo recreando la familia. Como se puede inferir en la escena final del capítulo, donde se puede ver a la hija (ya crecida) de la protagonista, dirigiéndose al altillo a llevarle una porción de torta de su cumpleaños a este padre robotizado.
  25. A modo de ejemplo, el caso de una mujer suiza, que fue protagonista en las portadas de los medios, por haber sustituido a su bebé muerto por un bebé a la carta, idéntico al perdido, al que viste, cuida y pasea como lo hacía con su hijo; integrado a la cotidianeidad de la familia. O bien, como se puede ver en los documentales sobre el tema, casos de madres que descuidan a su marido y sus hijos «reales» por ocuparse de los bebés reborns que «adoptan».
  26. Sin forma en tanto escapa a la métrica fálica, aunque se materialice en objetos. Lacan, J., Seminario, libro 17. El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós. 2002, p. 172.
  27. Expresión que utiliza –cuando se ocupa del reverso de la vida contemporánea– para situar el rumbo al que nos conduciría el discurso de la ciencia y el capitalista. Ibídem.
  28. Laurent, D., Madre. Scilicet. El orden simbólico en el siglo XXI no es más lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura? Buenos Aires: Grama. 2011, p. 212.
  29. A partir de la repetición de una cita de «La sirenita»: juicervoice, juicervoice, «solo su voz» comienza a perfilarse la emergencia de lo nuevo en la repetición: vuelve a hablar, escribir y a conectarse con el otro.
  30. Durante años, pasó la mayor parte de su tiempo frente a la pantalla mirando, retrocediendo, avanzando las películas. A partir de ese momento, de ese encuentro azaroso, la familia comienza a hablar la lengua Disney, recurso que le permite abordar las cuestiones de la vida cotidiana. Recreando escenas de las películas creaban una suerte de dialogo con Owen quien respondía repitiendo el libreto de la película.
  31. Miller, J-A., Introducción a la clínica lacaniana. Barcelona: ELP. 2006, p. 184.
  32. Miller, J.-A., (2005-2006) «Iluminaciones profanas». Clase del 10 de mayo de 2006. Inédito. Publicada en Lacaniana N° 7. Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana. 2008, pp. 28-29.
  33. Hacking, I., ¿La construcción social de qué? Barcelona: Paidós. 2001.