Reseña de la Noche de Presentación del VIII ENAPOL: ASUNTOS DE FAMILIA, sus enredos en la práctica
El martes 25 de octubre se realizó la Noche de Presentación del VIII ENAPOL. Una noche a sala llena que, con gran entusiasmo, reunió al psicoanálisis y al arte. Alejandra Glaze y Viviana Mozzi, sus Directoras, Flory Kruger, Presidenta de la FAPOL y Ernesto Sinatra, Presidente del VIII ENAPOL, presentaron de un modo preciso y cautivante los lineamientos que guiarán el trabajo de investigación. El VIII ENAPOL nos reunirá los días 14 y 15 de septiembre de 2017 en el Hotel Hilton de Buenos Aires
Al finalizar la presentación de Viviana Mozzi, inesperadamente las luces del auditorio se apagaron para dar lugar a las voces de cuatro actrices, quienes con una pequeña linterna que iluminaba sus textos, leyeron en distintos momentos, cartas de Sigmund Freud, Ernest Jones, Salvador Dalí, Friedrich Nietzsche, James Joyce y Eva, la madre de Kevin. Cartas escritas en el siglo pasado que crearon el marco para introducir «los asuntos de familia…».
Así, sorprendidos y causados por la impecable selección de cartas que realizó Daniel Aksman y la coordinación de la puesta en escena organizada por Silvia Bermúdez, tomó la palabra Flory Kruger quien comenzó expresando que la familia es una institución que ha sufrido cambios a lo largo de la historia, propios de las resonancias de cada época. Basándose en la referencia de Lévi-Strauss al matrimonio tradicional como el que da origen a la familia, constata que la definición dada por el antropólogo francés ha quedado un poco desactualizada.
Por otro lado, expresó que Lacan con la lingüística da un paso más con la metáfora paterna dando cuenta de la sustitución de la naturaleza por la cultura. Esto posibilitaría el advenimiento del sujeto y por lo tanto del deseo, más bien, de un deseo que no sea anónimo. Recortó un fragmento de La historia de la sexualidad, de Michel Foucault y ubicó marcas de la época victoriana en la que la sexualidad quedaba encerrada. La familia conyugal la confisca en la seriedad de la función reproductiva. Entonces hoy, refirió, nos encontramos con nuevas formas de familia y distintos tipos de demandas. En la clínica se apunta a la particularidad del sujeto recortando el síntoma para cada uno.
De Freud se extrae el pasaje por el Edipo. De Lacan, la formalización del Edipo en términos lingüísticos y advertidos de la decadencia del padre, teniendo siempre como brújula que la orientación de la cura es hacia lo real. De Miller señaló el saber hacer en la práctica no sin la referencia edípica que permite ubicar y orientar al analista.
La familia como aparato de goce, es el campo donde se juegan los asuntos de familia. Hoy nos encontramos ante nuevas configuraciones familiares, cambios de la estructura tradicional. Familias tradicionales, monoparentales, ensambladas, homoparentales, dos mamás, dos papás, etcétera. Estas mutaciones familiares tienen consecuencias para el psicoanálisis. Para finalizar Flory Kruger presentó una viñeta de su práctica clínica, que ilustra perfectamente lo enunciado y concluye expresando que «la familia es algo a atravesar de la mano de un análisis con miras de acceso a un amor más digno, un deseo más liberado y un goce más regulado».
Luego de una nueva lectura de cartas, Ernesto Sinatra realizó su presentación en dos partes. En la primera se refirió a las Conversaciones como un dispositivo de Escuela, que volverá a caracterizar el próximo ENAPOL. Destacó que ellas constituyen un lugar privilegiado del lazo asociativo, pues su convocatoria se halla dirigida no sólo a los miembros sino que además incluye a los no miembros, agregando que éstos, en vecindad con nuestras Escuelas de la AMP, constituyen un firme soporte de su realización.
En la segunda, luego de señalar la nostalgia como una cicatriz del nombre del padre –compartiendo recuerdos de viejos programas de televisión–, nos advirtió: ¿cómo dedicarnos a los asuntos de familia sin interponer las nostalgias que nos han tocado? Planteó que la familia es, para cada uno, el sitio inaugural donde se aloja el Otro decisivo –el Otro materno– y que allí se emplazan las relaciones de parentesco, por lo que define a la familia como lo que condensa el lugar y el lazo.
Aplicando uno de los temas de las Conversaciones («Violencia y segregaciones familiares») destacó el femicidio como un nuevo nombre de un viejo problema; nada más ni nada menos que «el retorno impotente del padre/hombre cuando no soporta lo hétero que actualiza una mujer», en el intento de destruir en el Otro las diferencias sexuales marcadas por la castración en Uno, desplazando el kakón en el Otro femenino.
Para finalizar, subrayó que al final de un análisis, la familia puede transformarse en Otra cosa: los personajes advienen elementos inconsistentes de un conjunto; y allí arriesga una definición de familia –que correspondería a un analizado–: «las marcas del Otro en uno», agregando que de ese modo la familia habrá sido privada de su función en el fantasma. Se produciría así, en esa torsión que permite un análisis, un desprendimiento, luego de reducir el goce del sentido ligado al deseo del Otro, al goce singular encausado por el deseo de cada uno.
Así, en un clima de alegría y entusiasmo, en una noche de encuentro diferente… ¡queda inaugurada la comunidad de trabajo del VIII ENAPOL!
Flory Kruger
Nos encontramos esta noche para presentarles el VIII ENAPOL que tendrá lugar como ustedes saben, en la primavera lacaniana, en setiembre de 2017.
Nos iba a acompañar nuestro querido Presidente de la AMP, Miquel Bassols, pero como todos saben, por temas personales tuvo que suspender su viaje, por lo tanto, seremos Ernesto Sinatra, Presidente del próximo ENAPOL, y yo misma quienes abriremos hoy la serie de presentaciones hacia el VIII ENAPOL que tendrán lugar en nuestra Escuela hasta su realización.
Desde el último ENAPOL en San Pablo, el año pasado, los Encuentros Americanos de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana, están bajo la responsabilidad de la FAPOL, en este sentido, quiero transmitirles en nombre de Cristina González y Rómulo Ferreira da Silva, o sea, el Bureau de la FAPOL, la alegría que sentimos por el modo en que esta preparación se está llevando a cabo.
Contamos con un equipo de trabajo excelente, dirigido por las dos Directoras en Buenos Aires, Alejandra Glaze y Viviana Mozzi, y acompañadas por dos Responsables, uno de cada Escuela, María Josefina Fuentes de la EBP y Renato Andrade de la NEL.
A su vez, se han armado numerosos equipos de trabajo que tienen a su cargo las múltiples tareas que requiere una organización de estas características.
Ahora algunas palabras acerca del tema que nos convoca: «Asuntos de familia. Sus enredos en la práctica».
¿Qué decir de la familia? Se trata de una institución que ha sufrido cambios a lo largo de la historia y esos cambios son el producto de las resonancias propias de cada época.
En palabras del antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, el matrimonio es la institución que da origen a la familia, una organización donde hay esposo o marido, una mujer en rol de esposa y niños nacidos de esa relación, y sus miembros están unidos por lazos legales de derechos y por prohibiciones sexuales. Hay que decir que esta definición ha quedado un tanto desactualizada.
Lacan trasciende a los personajes de la realidad y los sustituye por significantes, así inventa la metáfora paterna que es como la encarnación de la sustitución de la naturaleza por la cultura que puede producirse porque somos sujetos de lenguaje y la realiza la lengua misma, pues por el hecho de ser seres parlantes, la metáfora encarna la sustitución de la necesidad por el significante.[1]
El sujeto es pues el resultado de una constelación familiar simbólica particular que posibilita el advenimiento de un deseo, y las características de ese deseo tal como lo recuerda Lacan debe ser el de «un deseo que no sea anónimo».[2]
La constitución del sujeto a partir de la metáfora paterna desnaturaliza la definición misma de la familia, tal como puede interpretarla un antropólogo o un sociólogo.
Las nuevas formas familiares que encontramos en la actualidad, no hacen más que confirmar que la familia es una estructura simbólica que si bien puede tomar apoyo en los vínculos biológicos, se distingue de ellos para imponer sus propias leyes.[3]
En Historia de la sexualidad de Michel Foucault encontré unos párrafos muy ilustrativos respecto de nuestro tema. Me interesa especialmente citarlo porque marca un antes de la época victoriana que se parece bastante a nuestra actualidad. En ese texto considera que en dicha época la sexualidad de la familia conyugal quedó encerrada y orientada hacia un solo fin: la reproducción.
Recuerda que a comienzos del siglo XVII era moneda corriente cierta franqueza, cito:
[…] las palabras se decían sin reticencia y las cosas sin demasiado disfraz, gestos directos, discursos sin vergüenza, anatomías exhibidas y fácilmente entremezcladas, los cuerpos se pavoneaban […].[4]
Esta descripción podría bien ser la de nuestros días, ¿verdad?
Y sigue diciendo Foucault:
[…] A este día luminoso habría seguido un rápido crepúsculo hasta llegar a las noches monótonas de la burguesía victoriana. Entonces la sexualidad es cuidadosamente encerrada. Se muda. La familia conyugal la confisca y la absorbe por entero en la seriedad de la función reproductora.[5]
Hoy contamos con nuevos enfoques que no toman a la familia burguesa de la sociedad occidental como la norma a seguir.
Podemos describir una multiplicidad de formas de familia de tipos muy variados. Esta diversidad afirma aún más la posición del psicoanálisis, que lejos de sostenerse en reglas generales, apunta a la particularidad del sujeto buscando recortar el síntoma de cada uno.
Freud construyó el Psicoanálisis a partir del Complejo de Edipo y es parte de nuestra experiencia como analistas pasar por allí en nuestra práctica. Lacan lo formalizó en términos lingüísticos -tal como recién lo mencionaba- alrededor de la metáfora paterna, y si bien estamos advertidos de la decadencia de la figura del padre, si bien desde la última enseñanza de Lacan, tan retomada en muchos de nuestros espacios de formación, la orientación de la cura es hacia lo real, sin embargo, como bien dice Miller:
[…] hay que constatar que cuando se trata de saber-hacer en la práctica, se utiliza la referencia edípica de manera insistente y con buenos resultados, lo que permite al analista ordenar el caso y ubicarse. [6]
Pero si bien en nuestra práctica se pasa por el Edipo, sin embargo, su asunto ha cambiado porque hoy, las transformaciones de la familia nos plantean nuevas cuestiones que solo pueden interpretarse más allá de la estructura clásica del Edipo.
Toda familia es un aparato de goce y es en este campo donde se juegan los asuntos de familia. Se trata pues de retomar esos asuntos buscando iluminar y recortar la forma singular del goce de cada uno.
Cuando hablamos de nuevas configuraciones familiares nos referimos a los cambios que se han producido en la estructura clásica de la familia tradicional de matrimonio, padre y madre, con sus hijos.
Hace un tiempo leo en una nota del diario el siguiente título: «El lento adiós a mamá y papá». Por supuesto que no se trataba de una despedida porque los padres se iban de viaje. El subtítulo decía: «Con la incorporación de hijos de matrimonios homosexuales a las escuelas, pedagogos, padres y chicos se adaptan a un cambio social que ya comienza a impactar hasta en el lenguaje de la comunidad educativa».[7]
El artículo relataba que la inserción de las familias homoparentales en las escuelas es algo muy nuevo con lo que la sociedad argentina está aprendiendo a convivir. Los maestros y directivos de las escuelas buscan formarse al respecto, haciendo cursos para poder adquirir las herramientas necesarias con las cuales comunicarse con los niños que viven estas nuevas realidades. Las reuniones de padres son ahora reuniones de familia, las notas en el cuaderno de comunicaciones del jardín ya no comienzan por la palabra «Mami» y, además, ya no se festeja en la escuela el día de la madre o del padre sino el día de la familia. «El simple mamá y papá parece quedar lentamente en desuso».
En el caso de las mujeres, muchas optan por la inseminación artificial, con donante, mientras que los hombres, en su mayoría eligen la adopción. La nota relata ejemplos diversos, pero en todos ellos, queda de manifiesto la naturalidad con la que los niños reciben estas nuevas maneras de configuración familiar. Al llegar a la puerta del jardín de infantes, una compañerita de Santi le pasa el brazo por el hombro y le dice: «¡Qué suerte Santi! Hoy vinieron tus dos mamás a buscarte».
Sin duda, el concepto de familia se ha revolucionado en las últimas décadas, hay familias tradicionales, familias ensambladas, familias monoparentales, familias homoparentales. Los chicos hablan de la novia del papá, del marido de su mamá, de sus dos papás o de sus dos mamás, sin que nadie se escandalice. No podemos dejar de interrogarnos por esta mutación de las formas familiares y sus consecuencias para el psicoanálisis.
Cada vez es más frecuente la decisión de embarazo de mujeres solas, con el deseo de no sacrificar su maternidad, precisamente por no tener una pareja: hoy es moneda frecuente congelar óvulos a cierta edad a la espera de poder utilizarlos algunos años después esperando armar una familia.
Recuerdo el caso de una pareja que vino a consultarme porque el hombre había pasado por un tratamiento de quimioterapia, lo cual le impedía embarazar a su mujer. Frente al deseo de tener un hijo, la decisión fue usar esperma donante, y así pudieron tener su primera hija, pero grande fue la sorpresa cuando menos de un año después, la mujer queda embarazada naturalmente de su marido, lo cual les permite tener un segundo hijo esta vez, sin donación alguna. El problema que se le planteó al padre a partir de allí fue cómo explicarle a la primera hija que él no era su padre biológico.
Era la angustia fundamental para el padre, de ninguna manera para la madre. Esta cuestión abre la pregunta sobre la paternidad.
¿Qué es un padre?.
¿Cómo explicarle a este señor que el genitor, nunca es padre automáticamente sino que se trata de una atribución simbólica que debe suceder tanto del lado del padre como del lado del hijo para que la función paterna se sostenga como tal?
Lo importante que quiero señalar es que consultas de este tipo llegan cada vez más a nuestros consultorios, por lo tanto, ¿qué mejor espacio para interrogarnos, para discutirlo, para buscar nuevas respuestas, que nuestro próximo ENAPOL?
El psicoanálisis permite meternos con los asuntos de familia de cada analizante, pero sabemos que no alcanza con el relato de las anécdotas, sino que es necesario saber que la familia es algo a atravesar, y eso solo se consigue de la mano de un análisis, única forma del acceso a un amor más digno, incluso a un deseo más liberado y a un goce mejor regulado.
NOTAS
- Miller, J. A., (2006), Cosas de familia en el inconsciente, Introducción a la Clínica Lacaniana, Barcelona: RBA, p. 541.
- Lacan, J., (1991), Dos notas sobre el niño, Intervenciones y textos 2, Buenos Aires: Manantial, p. 56.
- Bassols, M., (2007), Familia, Revista Lacaniana de Psicoanálisis 5/6, Buenos Aires: Grama, p. 160.
- Foucault, M., (2008), Historia de la sexualidad, Cap. I, Nosotros los victorianos, Buenos Aires:Siglo veintiuno, p. 6.
- Ibídem, p. 3.
- Miller, J.-A., (2003), La pareja y el amor. Conversación clínica en Barcelona, Buenos Aires: Paidós, p. 19.
- Buscaglia, T. S., El lento adiós a mamá y papá, Diario La Nación. Extraído sábado 11 de mayo de 2013, http://www.lanacion.com.ar/1580912-el-lento-adios-a-mama-y-papa
Ernesto Sinatra
Voy a comenzar por agradecer a Flory Kruger su presentación, sus precisiones y ahora quiero presentarles, en esta primera parte, uno de los dispositivos de Escuela que volverá a tener un lugar central en nuestro próximo Encuentro Americano: las Conversaciones del ENAPOL. Como es sabido, cada Conversación está coordinada por un integrante de cada escuela uno de la EBP, uno de la NEL, uno de la EOL y se arman en torno de un tema que hemos extraído de nuestra convocatoria: «Asuntos de familia, sus enredos en la práctica». Esta vez contaremos con dieciséis conversaciones simultáneas, repartidas en dos bandas horarias de una hora y cuarenta y cinco minutos cada una. Voy a enumerarlas rápidamente:
- La familia, ficción necesaria: tradiciones, secretos…
- Asuntos de familia en el inconsciente
- ¿Qué «cosa» es un hermano?
- Transformaciones de la intimidad
- Nuevas configuraciones familiares: del padre a las parentalidades
- Las familias y las instituciones educativas
- Madres solas con hijos sin padres
- Violencia y segregaciones familiares
- La construcción de la adolescencia y las Tribus urbanas
- Chicos malos, niños solos
- Los gadgets en familia
- Leyes de identidad de género y matrimonio igualitario
- Efectos de la ciencia y de las técnicas de reproducción en las familias
- ¿Familias sustitutas?: instituciones comunitarias, religiosas, sectas…
- Síntomas familiares, familias sintomáticas
- Drogas en familia
Las Conversaciones, saben ustedes, constituyen un lugar privilegiado del lazo asociativo que ofrece el ENAPOL, ya que su convocatoria se halla dirigida no solo a los miembros, sino que además incluye a todos aquellos en vecindad con las Escuelas de la AMP, los que constituyen un firme soporte de su realización.
Las Conversaciones (que habrán de reflejar esta diversidad miembros, no miembros) se desarrollan en dos tiempos en los que se despliega el trabajo de Escuela. En el primer tiempo cada representante de cada Conversación (una mesa = una Conversación) elige a su vez un equipo –entre cinco y diez colegas– con el que elabora durante varios meses su investigación.
En el Encuentro habremos de disfrutar del segundo tiempo: en cada mesa se ofrece una puntuación –en diez minutos, a lo sumo– de la producción final de cada uno de los tres representantes de Escuela y sigue a continuación un debate, que sabemos enriquecedor, en el que se incluyan las aristas diferenciales y/o semejanzas en torno de cada tema.
Aclaración: los 48 trabajos habrán de publicarse previamente en forma completa en la página web, para poder ser leídos por todos los participantes del ENAPOL antes de la Conversación; este es un punto crucial. Próximamente, daremos a conocer los nombres de los colegas encargados de cada Conversación para que den lugar al armado de sus equipos de trabajo. Esperamos de allí recoger los efectos de un trabajo fecundo. Seguro que así será.
Ahora, paso a la segunda parte donde quiero transmitirles algo, al menos, de lo que evocó en mí esta presentación. Voy a comenzar con una cita de Jacques Lacan:[1]
Creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que han querido los otros, más específicamente nuestra familia que nos habla. Este «nos» debe entenderse como un complemento directo. Somos hablados y, debido a esto hacemos de las casualidades que nos empujan algo tramado. Hay en efecto, una trama, nosotros la llamamos nuestro destino.
La nostalgia constituye una de las cicatrices del Nombre del Padre. Tal vez por eso, mientras preparaba mi presentación, acudieron yuxtapuestas –y sin convocarlas– un arsenal de imágenes y palabras atesoradas en mi niñez. Luego de desplegarse a su antojo en mi mente, ellas me han permitido transmitirles restos del imaginario social de la familia que me han atravesado, seguramente, como a algunos de ustedes.
Aparecieron entonces recuerdos de dos programas de TV nacionales: «La familia Falcón» y «Los Campanelli», ambos con sus personajes fijos y sus relatos híper morales acerca de la vida cotidiana de dos familias, una de clase media tradicional, la otra de inmigrantes… Y mientras recordaba, sonreía –arropado por esas imágenes–. Hasta que –de pronto– una inquietud se apoderó de mí a partir del recuerdo de una simple frase, repetida por el padre de «Los Campanelli» en ocasión del tradicional almuerzo de los domingos en familia: «¡No quiero escuchar ni el volido de una mosca!» Pero dije inquietud ya que esa frase atravesó ese contexto enunciativo y se ligó luego con otra, también escuchada –años después– ya no solo con hartazgo, sino con la fuerza de la indignación: «El silencio es salud». Con esa frase, en su simpleza, la dictadura militar en la Argentina puso en marcha su programa, no solo para hacer callar a todo un país sino, y muy especialmente, destinado al exterminio de una generación, a la destrucción sistemática de las familias en nombre de la «pureza familiar» que habría que preservar. La inquietante familiaridad de lo siniestro me sobrecogió, mis recuerdos se interrumpieron abruptamente y los nombres de los integrantes de una familia tomaban en mí ahora otra densidad: padres, madres, abuelas, ya no sonaban más igual.
Surgió en mí una interrogación: ¿cómo dedicarnos a los asuntos de familia sin re- producir las nostalgias y perplejidades que inducen los fenómenos que nos han atravesado? ¿Cómo dedicarnos a ellos?
Días después, aparecieron otras dos series de los 50, ahora norteamericanas: «Papá lo sabe todo» y «¿Pero es mamá quien manda?» Mientras las recordaba, con una sonrisa comprobé que no hacía falta llegar a Homero Simpson en los 80 para descubrir la caída del padre. Solo era necesario, me di cuenta cuando me escuchaba unir los nombres de esas dos series («papá lo sabe todo pero es mamá quien manda») para descubrir allí la función del semblante paterno… Y sobre todo para comprender las condiciones de su eficacia, cuando el semblante paterno se haya sostenido por el deseo de una mujer-madre.
Se esclarece a la distancia el modo por el que la pareja-síntoma padre-madre sostuvo el semblante de la consistencia universal del padre en nombre de la familia… Y la época actual evidencia que cuando la mujer se desprendió de su tradicional armazón identitario –con la solución del hijo gozado como única solución al ser-mujer–, el padre cayó irremediablemente de su pedestal de cristal (aunque se lo creía de hierro). Digámoslo de una vez: la inconsistencia del Otro es isomórfica con la hendidura real del padre como tal. La familia –adjetivada– paterna se había instalado en esa hendidura, saturó esa hendidura con sus semblantes.
Pero ¿qué es la familia entonces, más acá de los fenómenos que la habitan –que nos habitan–? A desentrañar esta interrogación es a lo que nos dedicaremos en nuestro ENAPOL. Por mi parte arriesgaré una hipótesis: para cada uno la familia constituye el sitio inaugural donde se aloja un personaje decisivo, el Otro primordial, el Otro materno, ya que en la familia como sitio se inscriben las alianzas de sangre entre prójimos y semejantes –que denominamos relaciones de parentesco; allí nos espera el baño inaugural del lenguaje–.
Es decir que la familia –sean cuales fueren sus configuraciones– condensa siempre el lugar y el lazo. Por ello, y especialmente, en ella se inscriben como placa sensible las perturbaciones del lazo social, haciendo síntoma en la vida cotidiana. La violencia urbana y las segregaciones familiares –unos de los temas de nuestras conversaciones–, presentan diariamente nuevas víctimas. La actualidad del femicidio resuena en la Argentina de hoy desde un clamor social que irrumpe de modo drástico en los asuntos de familia: «¡Ni una menos!», grito de justicia –y advertencia– dirigido a los representantes de la pulsión de muerte para limitar el goce asesino.
En esta perspectiva, para nosotros, el femicidio es un nuevo nombre de un viejo problema que encontró la sanción legal que merecía: el retorno impotente del padre/hombre cuando no soporta lo hétero que actualiza una mujer. O –más precisamente– el intento de destruir en el Otro las marcas de la irremediable diferencia que la sexualidad humana impone en los modos de gozar.
La diferencia sexual, marcada por la función de la castración en cada Uno, es en estos casos rechazada y desplazada hacia el Otro femenino, transformando a las mujeres en el objeto del goce, en el kakón mismo; el mal a secas, eso que Lacan destacaba en el artículo de Guiraud sobre los «homicidios inmotivados»: «lo que el alienado trata de alcanzar en el objeto al que golpea no es otra cosa que el kakón de su propio ser».[2]
El femicidio se emparenta así con el bullying: nuevo nombre del mismo kakón que golpea al otro con su burla, con sus golpes, para evitar confrontarse con el propio mal, es decir, con el propio goce. Creo que se halla aquí, de este modo escondido en la familia –aunque se encuentra ofrecido a todas las miradas– un secreto del psicoanálisis: el de su finalidad, el de su fin. Ya que al final del análisis –luego de procesar aquel baño de lenguaje mediante los murmullos de lalengua en cada cual–, la familia puede transformarse y tendrá la posibilidad de transformarse para cada uno en otra cosa. Si esto ocurre, cada personaje de la trama adviene, simplemente, el elemento de un conjunto: heteróclito, inconsistente; el que habrá sido reducido, luego de una extrañeza inquietante, a su entidad real de marca.
De este modo, abriendo la vía del sinthome –podríamos decirlo así– familia adviene las marcas del Otro en Uno. Aunque al enunciarlo así, casi, casi ¡habríamos hecho coincidir, previamente, «familia» con «fantasma»! Tal vez sea ése el secreto de la ‘familia’, aunque uno no lo sepa hasta el final de su análisis. Pasar del fantasma de la familia a las marcas del Otro en Uno, es el trayecto posible que ofrece cada análisis y consiste en ‘librarse, después de haberlas recorrido‘ de las investiduras del sentido con el que cada Uno extraía el goce a partir del Otro con ‘su pata’ fantasmática en el Otro familiar.
Es este desprendimiento la operación de torsión que espera a cada uno en un análisis para reducir el goce de la familia en tanto Otro al goce singular de Uno, encausado por un deseo vivible.
Cito, para finalizar, la frase de Jacques-Alain Miller que disparó estos comentarios:
[…] no conformarse con ser hablado por su familia, sino reconocer su identidad sinthomal […] ser su síntoma es librarse, después de haberlas recorrido, de las escorias heredadas del discurso del Otro.[3]
Ahora, acompañados por Flory Kruger junto con Ale Glaze y Vivi Mozzi (Directoras del VIII ENAPOL); más la activa participación de María Josefina (Pepita) Fuentes y Renato Andrade (Responsables por la EBP y la NEL, respectivamente) –cada uno de ellos acompañado por sus equipos de Escuela–; a los que se agregan los miembros de la Comisión Científica: Silvia Salman (EOL), Henri Kaufmaner (EBP) y Marcela Almanza (NEL). Junto con cada uno de ellos, solo nos queda invitarlos a integrar y consolidar la comunidad de trabajo que, a partir de este momento, damos por inaugurada.
Muchas gracias.
NOTAS
- Lacan, J., (2006), El Seminario, Libro 23, El sinthome, Conferencia Joyce el síntoma del 16 de junio de 1975, Buenos Aires: Paidós, p. 159.
- Lacan, J., (2008), Acerca de la causalidad psíquica, Escritos 1, Buenos Aires: Siglo veintiuno, p. 173.
- Miller, J.-A., (2013), El ultimísimo Lacan, Buenos Aires: Paidós, p. 140.