CITAS
Vamos a dedicarnos a interrogar qué cosa es un hermano a partir de una particularidad: la función fraterna. La que voy a desarrollar ahora para ustedes repartida en dos valores. ¿Qué es un hermano? Un hermano puede ser para otro hermano el par con el que encausa su tránsito por la vida, el compañero inseparable de travesías, aquél que con su sola presencia, su sola imagen logre tal vez apaciguar al sujeto. Pero también ese mismo hermano u otro puede advenir un objeto siniestro, la cosa misma que golpea el corazón de su ser ya que por más amado que sea un hermano ese rasgo oscuro siempre estará al acecho en la fraternidad, transportando el odio al semejante que anida en la subjetividad y que es condición de la segregación.
“En el lazo con el niño, las funciones están ya cada vez menos repartidas a partir de la identificación sexual. Las mismas pueden evolucionar hasta una distribución aleatoria y temporaria. La estructura se situará, entonces, en función de los modos de goce predominantes y permanentes en él o los padre(s) parent(s), más que en función de las identificaciones a los tipos ideales de los sexos”
“Con esta línea argumentativa podemos conjeturar que lo que con el valor siniestro “hermano” se presenta, es exactamente lo contrario del savoir faire y lo que Jaques Alain Miller, siguiendo a Lacan a la letra, denominó el uso lógico del sinthome”.
“Para nosotros no hay sistema familiar, hay este real de la familia que articula de una manera nueva cómo el hombre que hace de una mujer la causa de su deseo está articulado a la familia. Da un horizonte clínico renovado y más adaptado a lo que son las nuevas demandas que tenemos de familias y de niños inmersos en una familia muy distinta de lo que era el ideal inmóvil”
(…)“Y entonces, Lacan define la función del padre a partir de esto: “El padre es el que tiene o no tiene un carisma para la familia”. Y Lacan es prudente, dice: “En cualquier plano, el padre es el que debe impactar –épater– la familia”. Si el padre ya no impacta a la familia, naturalmente se encontrará algo mejor. No es obligatorio que sea el padre carnal -dice Lacan-, siempre habrá uno impactará a la familia. Habrá otros que la impacten” (…)
(…)Se trata de buscar caso por caso en las parentalidades de hoy y con los problemas clínicos con los que las familias se confrontan qué es lo que actúa suficientemente como excepción del lado mujer y del lado hombre para definir un carisma necesario que sorprenda a la familia (…)
“De hecho, desde el punto de vista ideológico no nos pronunciamos sobre la institución familiar y sus nuevas formas, aunque sí estamos para señalar los efectos sintomáticos que de ellas se derivan. Se trata de verificar en nuestra clínica los efectos que estas transformaciones tienen en la subjetividad. Lacan con su teoría del Nombre del Padre y su pluralización permitió, en cierta manera, desplazar el problema. Por ejemplo, mujeres solas pueden transmitir el Nombre del Padre, este no es el problema. No hay que olvidar que el padre para Lacan es un síntoma, un semblante, un operador estructural, otras nominaciones tanto masculinas como femeninas pueden operar en su lugar. Pero también podemos señalar, por ejemplo, es algo que se deduce de la enseñanza de Lacan, que no es suficiente, que no basta, con el amor por un niño para ser padre, el punto de partida no es el amor, sino un deseo particularizado. El amor, en todo caso, vendrá por añadidura. Ser padre es un acto, un acto ligado a un deseo particularizado cuyo producto es el niño”.
“De este modo he intentado situar tan sólo un aspecto de la complejidad que determina el lazo fraterno. Es frecuente que un hermano encontrará en el otro, tanto un rival, un adversario infranqueable, como una tabla de salvación para encaminarse por los andariveles del amor, el deseo y el goce”.
“Nuestra práctica con niños va variando, es cierto. No solo porque la época nos obliga a estar a la altura de la subjetividad que produce, sino porque cada vez extraemos las consecuencias de la llamada “ultimísima enseñanza de Lacan” para dar cuenta del psicoanálisis que practicamos y para orientar dicha práctica”
“Lo que la operación adolescente supone –instituida la prohibición del incesto por la influencia de la cultura durante el periodo de latencia- es una disyunción del deseo y el amor, y para que el acceso al objeto sea posible éste deberá tener una condición no-familiar, lo que Miller llama una condición de no amor, es decir que la condición de amor va a la relación sexual que no existe. La pubertad implica un movimiento de divergencia que implica evitar el objeto por el cual podría haber ternura en el deseo sexual; o sea, conlleva una condición negativa, una condición de evitación, motivo por el cual la sexualidad estará ligada a la degradación”.