CITAS
El deseo del análisis no es un deseo puro. Es el deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando el sujeto, confrontado al significante primordial, accede por primera vez a la posición de sujeción al él. Sólo allí puede surgir la significación de un amor sin límites, por estar fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede vivir
En la transferencia del goce al amor encontramos, entonces, la letra del sinthome inscrita en el cuerpo del sujeto, como en lazo más real con el objeto imposible de decir. En esta vertiente, la transferencia, lejos de reducirse a cero -como quería pensarlo una cierta tradición postfreudiana se reduce a lo más singular de su sinthome. De hecho no hay liquidación de la transferencia, lo que hay es su solidificación en la letra del sinthome
En el destino de la transferencia apoyada en la creencia en el amor, concebido como universal al principio del análisis, luego cada vez más particularizado a medida que este avanza, se trata, al final de la experiencia, de captar cómo el goce aislado en el fantasma puede condescender al amor. El análisis no tiene una salida cínica
En el fondo, es este último rasgo el que separa el tratamiento analítico del basado puramente en la sugestión, y el que libra los resultados analíticos de la sospecha de ser éxitos de sugestión. En cualquier otro tratamiento sugestivo, la transferencia es respetada cuidadosamente: se la deja intacta; en el analítico, ella misma es objeto de tratamiento y es descompuesta en cada una de sus formas de manifestación. Para la finalización de una cura analítica, la transferencia misma tiene que ser desmontada
En el análisis no nos la vemos más que con eso y no es por otra vía por donde opera. Vía singular, por ser la única que permitió despejar aquello con que, quien les habla, creyó deber sustentar la transferencia, en cuanto no distinguible del amor, mediante la fórmula del sujeto supuesto saber
¿Cómo puede el psicoanálisis imaginarse que procede de la verdad?” (…) “No hay allí más que un efecto (…) no más que un efecto, esa especie…de olor a verdad en el análisis: un efecto de que éste no emplee otro medio que la palabra. Estrictamente no. Que no se me venga a contar que el análisis emplea la transferencia. Porque la transferencia no es un medio, es un resultado.
El principio del decir verdadero, es la negación. Y mi práctica, puesto que práctica hay, es que tengo que deslizarme – así es la cosa — entre la transferencia que se llama, no sé por qué, negativa, y… No siempre se sabe lo que es la transferencia positiva. Yo traté de definirla bajo el nombre de sujeto supuesto saber. ¿Quién es supuesto saber? Es el analista
Es seguramente por eso que he puesto el acento sobre el deseo del analista. El sujeto supuesto saber de donde he soportado, definido la transferencia: ¿supuesto saber qué? ¿De qué modo operar? Pero sería totalmente excesivo decir que el analista sabe de qué modo operar. Lo que sería necesario es que sepa operar convenientemente, es decir que pueda darse cuenta de la pendiente de las palabras para su analizante, lo que incontestablemente ignora.
Enuncie la última vez que no hay nada sobre la transferencia en la ultimísima enseñanza de Lacan. Agregaré hoy en cortocircuito que si hubiese algo, lo podríamos ubicar en el nivel de este efecto de agujero
Sobre este fondo cabe formular que la creencia transferencial apunta al saber en lo real como un sentido que puede hablar, como un sujeto. ¿Qué es la creencia transferencial? Démosle su nombre: es el amor